Bitcoin ha sido dado por muerto cientos de veces en la última década. Pese a las acusaciones de burbuja con valor intrínseco cero, el invento de Satoshi Nakamoto se las ha arreglado una y otra vez para levantarse. Y tiene una explicación, una que no gusta nada a los bancos centrales ni a los gobiernos presumiblemente democráticos de la actualidad: su inconfiscabilidad y descentralización. ¿Es esto lo que explica que España continúe rechazando las criptos pese al brutal crecimiento del sector?

Criptomonedas y casinos, una amistad incipiente

Uno de los motivos que explica el auge de las criptomonedas se encuentra en la industria del juego. Esta ha crecido enormemente en los últimos diez-quince años. Se trata de un sector innovador siempre atento a las tecnologías de vanguardia. Por ello, no sorprende que muchas plataformas empiecen a aceptar jugadores que quieren apostar con criptomonedas.

Sin embargo, si uno busca un gran casino online en España en el que se permita hacer depósitos y retiradas con criptomonedas le va a costar encontrarlo. Pero en países más avanzados en estas lides, como Alemania, los casinos en línea que ofrecen la opción de apostar en criptos son bastante comunes. Y es algo que, tarde o temprano, también deberá incorporarse al mercado español.

¿Y por qué los jugadores buscan apostar con Bitcoin y altcoins? Básicamente, por motivos de privacidad y facilidad de uso. Cierto que pagar con criptomonedas requiere un aprendizaje previo, pero es que las criptos permiten transferir valor solo con tener conexión a internet. El usuario no tiene por qué estar bancarizado. Además, garantizan altos niveles de discreción.

¿Por qué España se muestra reticente a las criptomonedas?

Escribir sobre este tema daría para todo un ensayo, por lo que recoger aquí los motivos por los que España se niega a aprovecharse de las oportunidades que ofrece la industria de las criptomonedas solo puede hacerse de forma somera. El principal motivo es el desconocimiento. Porque España, como muchos otros países, vive instalada en el cortoplacismo y en unas políticas monetarias poco inclusivas. Esto la ha llevado a registrar, en un contexto complicado para todos, una de las inflaciones más altas del mundo desarrollado. En España se suele potenciar lo cuantitativo en lugar de lo cualitativo, lo que ha llevado al Ministerio de Hacienda a impulsar políticas fiscales contra las cripto no solo abigarradas, sino descabelladas.

Inversores extranjeros y autóctonos: ¿España? ¡No, gracias!

Este infierno fiscal descompensado, en el que, aunque se haga con buena intención, las clases más necesitadas no mejoran, sino que empeoran, los generadores de empleo y capital prefieren no invertir en España. Debido a ello, el país no avanza. Y con las criptomonedas sucede igual. Con esto, no quiere decir que haga falta lanzarse a la piscina como El Salvador, que aprobó en 2021 una ley con la que convertía Bitcoin en moneda de curso legal. En absoluto, pues este tipo de políticas generan suspicacias en los verdaderos gobernantes del mundo: los bancos centrales y el FMI. ¿La razón? Dilapidan el monopolio monetario, lo que les resta poder.

Para nada hablamos de cambios radicales, sino de políticas que atraigan capital, y una industria en ciernes como esta pueda hacerlo y mucho. Sin embargo, no solo es culpa de las instituciones, los propios medios de comunicación prefieren centrarse en los aspectos negativos del mundo cripto, que muchas veces poco tienen que ver con las propias monedas digitales, sino con la mala praxis del ser humano. ¡Pero tú todavía puedes mantenerte al margen del discurso oficial y ser un poquito más libre!