Aquella noche Pablo Trujillo, un gomero de 20 años, subió a lo alto del Garajonay. «Subí en guagua; yo no tengo coche ni nada», comenta. El cielo estaba despejado y para un fotógrafo nocturno eso siempre es una buena noticia. Llegó a lo Alto del Garajonay y sacó su cena allí mismo, pero, en ese instante, una bruma lo nubló todo. Ya no había un cielo estrellado que fotografiar. Bajó a la parada de guagua de Pajarito y decidió, por las horas que eran, que no les diría a sus padres que vinieran a recogerle. «Pasé toda la noche durmiendo en la parada de guaguas de Pajarito con un frío que pela», dice como si estuviese confesando una travesura.

¿Por una foto?

Sí. Por una foto que al final ni saqué.

Así es como expresa Pablo Trujillo, el ganador de la Primera Edición del Concurso Fotográfico La Gomera realizado por Cruz Roja dentro de su campaña del Sorteo del Oro 2021, su auténtica pasión por la fotografía. O, más bien, por las estrellas. Bajo el título de «Salida de La Luna bajo el arco de vía láctea sacada desde el mirador del Morro de Agando», la fotografía ganadora, dice su autor, es fruto de una casualidad y un viaje en Guagua desde Valle Gran Rey a La Villa.

  • Cuéntame, ¿Qué historia hay detrás de la fotografía que te hizo ganar el concurso del Sorteo del Oro 2021?

Cuando pasé por la parte de los Roques vi una cascada de nubes impresionante y el cielo completamente despejado. Llamé a un amigo que tiene una cámara nueva y subimos al mirador. —expresa Pablo con el tono con el que habla la gente apasionada— Llegamos, buscamos un sitio donde no hubiera viento. Empecé a sacar fotografías y tú notas cuando está a punto de salir La Luna porque el cielo se hace un poco más claro y fue un momento increíble porque se estaba haciendo la foto a la misma vez yo gritaba.

  • ¿De verdad?

Sí. Estaba emocionado porque veía La Luna salir por el horizonte distorsionada porque por la Atmósfera no ves La Luna redonda, sino que ves un pedazo en un sitio; otro en otro y así. Así que iba saliendo La Luna e ibas viendo cómo te iba quedando la foto justo debajo de la vía láctea. Fue una pasada.

Este joven de San Sebastián de La Gomera y estudiante en la Universidad de La Laguna, desde pequeño sintió un especial interés por la Astronomía. «Desde chico, mi pasión siempre fueron el universo y las estrellas. Tenía libros que leía durante horas. Lo que hizo la fotografía fue acercarme al cielo que de otra manera hubiese sido imposible hacerlo porque, de otra manera, hubiese sido estudiar algo relacionado y la verdad es que soy muy malo con las físicas y las matemáticas».

  • Entonces, realmente, ¿Diríamos que tu pasión no es la fotografía sino el universo?

Exacto. La fotografía lo que hace es ponerme en contacto con las estrellas. Desde toda la Historia de la Humanidad; siempre hemos sentido una especial atracción por las estrellas. Siempre hemos estado mirando para arriba; para el cielo. Tiene algo especial.

Foto Pablo Trujillo

Pablo Trujillo se define a sí mismo como una persona inquieta y desesperada. De alguna manera, forma parte de una juventud que ha tenido que divagar, mucho más que cualquier otra, en la incertidumbre, en la inmediatez y en la tecnología que obliga a vivencias y emociones rápidas. En una sociedad que cada vez va más deprisa, sin tiempo para la espera, comenta que la fotografía le calma.

  • Una de las cosas más carentes en la actualidad es la paciencia. Y creo que eso es uno de los valores que promueve la fotografía. ¿Podría ser la fotografía la terapia que necesite la sociedad actual?

  • En general, sí, pero la nocturna aún más. En la fotografía nocturna pulsas y pasa un minuto, dos minutos, tres minutos hasta que la foto acaba. Tú en esos cuatro minutos tienes que esperar. En esos cuatro minutos, yo que suelo salir casi siempre solo estoy cuatro minutos en silencio contemplando el cielo. joven habla del arte de la fotografía en sí mismo. Le gusta porque a pesar de la mascarilla sus ojos cuentan que está sonriendo mientras quiere expresarse tan bien como lo hace con el objetivo de una cámara. Habla de cómo hay colores en la fotografía que los humanos no pueden llegar a ver si no es a través de ella. Es como si fuera un instrumento mágico. No obstante, Pablo Trujillo comenta que para hacer una foto como la del Sorteo del Oro se tiene que poder acceder a un lugar oscuro porque «debido a la contaminación lumínica no cualquier sitio vale para hacer fotografía nocturna. Eso ya te implica ir por carretera o pegarte caminatas de dos o tres horas. Eso la gente no lo ve y tampoco lo valora y es una pena».

  • Hablas de contaminación lumínica. ¿Has podido percibir tras la cámara algunos indicadores de esta contaminación?

  • Sí; se nota muchísimo a través de la fotografía nocturna. Es muy difícil ver fotos de sitios realmente oscuros, sin contaminación. Aquí en La Gomera creo que hay solo un sitio en el que puedes sacar fotos sin nada de luz alrededor. Es un gran problema no solo para la fotografía sino para toda la fauna que habita en la isla porque quieras o no les afecta las luces.

  • ¿Cómo crees que podríamos solucionarlo?

  • Una de las cosas que ha hecho La Palma, por ejemplo, es poner las luces en zonas urbanas mirando hacia abajo. Creo que es algo que se debería hacer en todas partes. Un alumbrado hacia el suelo en lugar de hacia el cielo es algo sencillo y que puede suponer un cambio brutal para mejorar la contaminación lumínica.

  • En tu cuenta de Instagram (@pablotr12) veo muchas fotografías realizadas en La Playa de Inglés, en Valle Gran Rey ¿Qué hay allí que te gusta tanto?

  • Es un sitio especial. Es el sitio en el que empecé a sacar fotos. Es el mejor cielo que me queda más cerca. A diez minutos, tengo un cielo que es bastante bueno, que se pueden hacer fotos buenas.

  • Es curioso que hablemos de cielos buenos y menos buenos si al final… solo tenemos uno.

  • Exacto. Por eso hay que hacer algo.

Playa del Inglés en Valle Gran Rey. Foto Pablo Trujillo

Y así, tras alargar un poco más en la conversación, divagando entre tipos de objetivos y aspectos técnicos, se despide porque a pesar de sus veinte años y estar en sus vacaciones de verano, Pablo Trujillo, entra a trabajar a las once de la mañana. Y al día siguiente, dice, coge rumbo a Tenerife para regalarse dos días y hacer, lo que más le gusta hacer, mirar arriba y sacar fotografías.