Por José Ignacio Algueró Cuervo* .-

Mi interés por la figura de Ruiz de Padrón surgió un día de septiembre de 1986, al leer una placa colocada en la fachada de su casa natal en San Sebastián de La Gomera, en la que se hacía referencia a su paso como diputado por las Cortes de Cádiz, y a su fallecimiento en Villamartín de Valdeorras, pueblo orensano de la diócesis de Astorga (León), en 1823.

Fruto de este empeño sería el trabajo de investigación titulado Antonio José Ruiz de Padrón: sacerdote, diputado, ilustrado y liberal, publicado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia en 1990, y que hoy es posible descargar de internet. En dicha obra, concluí: “Canarias está en deuda con este sacerdote gomero. Un monumento debería perpetuar la memoria de quien, desinteresadamente, luchó por conseguir lo que él creía lo mejor para su tierra”. Esta sugerencia sería atendida por las autoridades educativas y políticas de la isla colombina unos años después. Así, a finales de 1999, con motivo de la celebración del vigésimo quinto aniversario del Colegio Ruiz de Padrón, se descubría, a la entrada de las instalaciones del centro, un busto de tan ilustre gomero, con la siguiente leyenda en su base: “Antonio José Ruiz de Padrón: sacerdote, diputado, ilustrado y liberal. (1757-1823)”.

En mayo de 2000 tuve el inmenso honor de glosar la figura de nuestro diputado en el salón de plenos el Ayuntamiento de San Sebastián, con motivo de la presentación de mi obra Ruiz de Padrón, gomero ilustre. La apasionante trayectoria vital  de un clérigo canario dos veces diputado a Cortes, de la que se hizo una tirada de mil quinientos ejemplares, hoy agotados. El acto concluyó con una cerrada ovación de todos los asistentes dedicada a tan incansable luchador por el bien común.

Unos meses después, llevé su vida y su obra hasta la Casa Natal de Jovellanos, en Gijón, donde expuse el paralelismo existente entre aquél y Ruiz de Padrón, dos figuras importantísimas de la Ilustración española, y dos víctimas de la intransigencia política que se apoderó de España a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.

En octubre de 2007, una nueva corporación municipal capitalina quiso que varios estudiosos de Ruiz de Padrón profundizáramos sobre su vida y su época, y organizó una serie de conferencias con motivo de cumplirse doscientos cincuenta años de su nacimiento.

Pero la figura de nuestro ilustrado había transcendido las fronteras del archipiélago canario, y se había hecho merecedora de reconocimiento en la comarca orensana de Valdeorras. Si en vida sus feligreses lo habían defendido de las injustas acusaciones del tribunal que acabaría condenándolo, ahora era el momento de perpetuar su memoria. Con tal fin, el 19 de marzo de 2012  se inauguraba en Villamartín un monolito en su recuerdo. Tres días después, tenía la gran satisfacción de pronunciar en la cercana localidad de O Barco la conferencia titulada “Ruiz de Padrón: de La Gomera a Valdeorras, una vida en defensa de las libertades”.

La relación de honores hechos al dos veces diputado se amplió el 16 de noviembre de 2012 cuando la isla que lo vio nacer lo nombró hijo predilecto, acto de justicia, indudablemente.

Ahora bien, el mayor homenaje, el mayor reconocimiento que se puede hacer a este luchador por las libertades (todas) y por la justicia es conocer y difundir su vida y su obra. Ya en febrero de 2012 manifesté en unas declaraciones al prestigioso medio digital gomeraverde.es que Ruiz de Padrón debería figurar en los contenidos curriculares canarios, en todos los niveles educativos. Desde Educación Infantil hasta la Universidad, el estudio y la profundización en su figura -adaptados, lógicamente, a cada nivel- deberían ser obligados

Existe material diverso para lograr este objetivo. La aportación que ofrezco ahora es la posibilidad de descargar íntegra y libremente mi biografía Antonio José Ruiz de Padrón (1757-1823), publicada en 2005 por el Parlamento de Canarias y la Fundación Víctor Zurita, y que no se encontraba ya disponible. Para ello, facilito aquí la posibilidad de leerlo:

ACCESO

Por último, quisiera concluir expresando una vez más mi gratitud y mi emocionado recuerdo para el profesor Ramón López Caneda, cuyas aportaciones  para ayudarme a conocer y admirar más aún la figura de Ruiz de Padrón fueron, en su día, muy importantes.

*Historiador