Entre las consecuencias más notorias que ha dejado la pandemia que azota a la sociedad global por el virus de la COVID-19, se debe mencionar la falta de liquidez económica generalizada que se ha constituido en norma. Un problema forzoso e inesperado pero radicalmente significativo en innumerables casos, afectando los hogares de España y del mundo. En estos nuevos tiempos tan excepcionales, por extraños y extravagantes, en que vivimos, han surgido nuevas políticas mercantiles, acudimos a una diversificación de la relación usuario y entidad financiera.

El estado de alarma y la nueva normalidad, llena de incertidumbre, supone el escenario ideal para la aparición de los llamados Minicréditos: un tipo de préstamo de pequeño importe y por un breve periodo de tiempo, que no otorga grandes sumas de dinero. En internet encontramos referencias de visita obligada para comparar los mejores mini préstamos rápidos, y entender mejor este producto, cuyas diferencias respecto a otros en dos premisas básicas: que sean préstamos personales y que su gestión sea rápida, manejada como urgencia.

El nuevo escenario financiero implica que las modifiquen su oferta crediticias, ampliando la cartera de tipos de préstamos, motivado sin duda por la urgencia económica de los ciudadanos, y la demanda de soluciones de mayor viabilidad para socorrer las necesidades inmediatas en la sociedad española.

En las estadísticas del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), comprobábamos como más de 700.000 personas han formado parte de un ERTE en esta pandemia, y más de 300.000 trabajadores autónomos corrieron la misma suerte, o se encuentran en cobrando prestación social, lo que revela una situación nada favorable para obtener préstamos del sector bancario tradicional.

No era de extrañar que esta manera de proceder financieramente haya producido un aumento de los préstamos en línea, específicamente de los minicréditos. Compañías como Moneyman o Mykredit constatan el aumento. Su auge en los colectivos a los cuales se les imposibilita acceder a financiamientos de corte tradicional por sus limitaciones en recursos o por no poseer las condiciones que garanticen el préstamo, los ha llevado a convertirse en unos de los renglones más solicitados dentro de las operaciones económicas.

En las economías familiares es donde los minicréditos han encontrado un nicho relevante, pues primordialmente resuelven imprevistos de la vida cotidiana tales como pagos urgentes producto de averías o accidentes, los gastos inesperados por accidentes, enfermedades, multas, reparaciones, etc. Mención especial tienen aquellos emprendedores que desean acceder a este tipo de préstamos para relanzar su negocio, o empezar una nueva aventura empresarial de pequeña inversión, y no pueden o quieren esperar demasiado para conseguir financiación.

En muchos casos, este tipo de ayuda resulta indispensable para evitar un colapso de las finanzas domésticas. En otras circunstancias, estos préstamos suponen un balón de oxígeno para los posibles receptores en cuanto a tiempo de concesión, y laxitud en los requisitos.

En líneas generales los minicréditos oscilan en montos que pueden ir desde los 400 euros hasta los 600 o 1000 en algunos casos, y sus plazos de devolución rondan los 30 días, dependiendo de la entidad financiera. El hecho de que la oferta de minicréditos aparezca en un buen número de entidades, (no solo las de crédito rápido) los convierte ya en una alternativa real y práctica a las dificultades económicas menores de los españoles.