Los remaches son sistemas de sujeción con un funcionamiento en parte similar al de los tornillos, pero con sutiles diferencias. Su función principal es la de unir de manera permanente dos elementos del mismo material o diferentes.

En el caso de los tornillos, esta unión no es permanente. Además, el aspecto físico de remaches y tornillos es también diferente, pues los primeros constan de un tubo cilíndrico que conforma el cuerpo del remache o vástago, la cabeza con un diámetro mayor y el mandril, que es la parte central y larga, la que se inserta en la remachadora y queda fuera de la unión.

La remachadora es un elemento fundamental, pues es la herramienta mecánica que ayuda a colocar los remaches para procesos industriales o en aplicaciones domésticas. La pregunta que nos hacemos es, como poner remaches con una remachadora.

¿Cómo funcionan las remachadoras?

En el proceso de unión de dos materiales mediante un remache, la remachadora ha de colocarse en el vástago del remache haciendo tope con la cabeza. Desde ahí se presiona la manija de la herramienta que es la que genera la fuerza suficiente para apretar el vástago y levantarlo.

Durante la elevación del vástago lo que conseguimos es que la cabeza se doble fijando las dos piezas de material e inmovilizándolas. La remachadora mientras tanto sigue levantando el vástago hasta que ese se quiebra y solo se mantiene la cabeza uniendo las dos piezas de manera permanente.

¿Cuáles son las remachadoras más comunes?

Una vez descrito el proceso de cómo poner remaches, resulta interesante conocer qué tipos de remachadoras son las más habituales en procesos industriales y para tareas domésticas.

La primera de ellas, la de mano, es una remachadora manual al uso que se conoce habitualmente como POP. Está muy presente en talleres o ambientes domésticos y es una herramienta de uso común para unir piezas de diferente grosor, pero siempre bajo una utilización no muy profesional.

Las herramientas de acordeón reciben ese nombre porque se abren y se cierran a modo de acordeón, para facilitar su uso en zonas más inaccesibles. Es de carácter manual, como la anterior, y es compatible con remaches de 2,4 a 6 milímetros.

Un paso más de complejidad encontramos en las remachadoras de pinza en C. No son como las anteriores, sino que se accionan con un pedal que funciona en conjunto con una bomba neumática que es la que ofrece la fuerza suficiente. Su peso puede alcanzar los 3,5 kilogramos, mientras que la bomba neumática es de 8 kilogramos. Por sus características, su uso se asocia más a prácticas profesionales.

Si acudimos ya a remachadoras profesionales podemos hablar de las T-Columna y las de bancada. Las primeras se utilizan con remaches de cobre, aluminio y acero. Su peso es de unos 100 kilogramos y funcionan con aire comprimido. Las de banda son parecidas a las T-Columna pero con una dimensión y un peso menor, unos 60 kilogramos. Además, incorporan punzador intercambiable para resultar más versátiles.

¿Cómo han de usarse las remachadoras manuales?

Las remachadoras industriales están destinadas para ese tipo de uso, lo que implica un mayor conocimiento y más conocimientos, pero una remachadora manual es una herramienta que cualquier persona puede tener en casa para tareas de bricolaje.

En estos dispositivos la presión se obtiene cerrando los brazos de la herramienta, mientras que en las eléctricas lo que hacemos es presionar un gatillo, un interruptor. La mayoría de remachadoras cuentan con boquillas intercambiables de diferentes tamaños.

Un primer paso es comprobar si las piezas a unir están perforadas, pues si no es así habrá que agujerearlas con una broca. Tras esto, se escoge el remache con la profundidad correcta teniendo en cuenta que debe sobresalir un poco.

A continuación se coloca la boquilla en la remachadora y se introduce el remache siempre por el lado del material más resistente, para que la herramienta ejerza más presión en este punto. La remachadora se posiciona por el lado que sobresale del vástago y se introduce esta parte del remache en la cabeza de la herramienta.

Finalmente, se presiona con los mangos de la remachadora o se aprieta el gatillo. Así la cabeza aprisiona al vástago y se deforma el remache, quedando ambas piezas perfectamente unidas y sin soltarse. El paso final es presionar fuertemente hasta que el vástago se corte.