Vivimos una pandemia sin precedentes que ha obligado a los Gobiernos de todos los países a improvisar decisiones que solo sabremos si han sido acertadas o no cuando transcurra el tiempo y los expertos puedan valorar el impacto de cada una de ellas.
Siendo consciente de la dificultad que entraña gestionar una crisis tan compleja, no podemos obviar, sin embargo, que la lucha contra la pandemia ha avanzado durante los últimos meses mucho más despacio que los contagios, que están tomado una velocidad de vértigo hasta alcanzar alarmantes récords diarios.
Nos encontramos, previsiblemente, a las puertas de un nuevo confinamiento domiciliario si no somos capaces de doblegar una curva que no para de crecer no solo en España sino también en el resto del continente europeo.
Un panorama catastrófico que obligará al Gobierno del Estado y a las Comunidades Autónomas a tomar nuevas decisiones incómodas e impopulares para revertir esta situación dramática. En este nuevo escenario, lo que todos esperamos es que los máximos responsables no vuelvan a cometer los mismos errores ni los reprochables comportamientos de aquellos que han priorizado sus estrategias partidistas sobre el interés general de los ciudadanos.
El combate contra la pandemia es y debe ser nuestra prioridad. Y los políticos, que volvemos a ser duramente cuestionados por la sociedad, debemos trabajar unidos para doblegar la curva como un reto colectivo. Y debemos hacerlo con responsabilidad, con seriedad, y no con nuevas controversias y espectáculos lamentables que solo sirven para generar más desafección, más frustración y más confusión social.
El semáforo rojo se ha vuelto a encender y, en esta ocasión, la unidad será clave para superar juntos un nuevo escenario tan incierto como el primero, con el agravante de que ahora llegamos más exhaustos y con más temor sobre un futuro a corto, medio y largo plazo plagado de nubarrones.
A la pandemia se suma la pérdida de miles de puestos de trabajo, el cierre de miles de empresas, las colas en los comedores sociales, el hambre y, en el caso de Canarias, una crisis migratoria a la que el Gobierno es incapaz de ofrecer una respuesta.
Tenemos que estar a la altura de las circunstancias. Actuar con seriedad y rigor. Con más consensos y menos desencuentros. Con más altura política y menos disputas partidistas.
Necesitamos impulsar un Pacto de Estado que incluya a todas las Comunidades Autónomas y las fuerzas políticas con representación en las Cortes Generales para evitar el uso partidista en la gestión de una pandemia que ha acabado con la vida de miles de personas y que ha desatado una crisis económica y social de extrema gravedad.
Un pacto global en el que impere lo que hasta ahora ha estado totalmente ausente: el sentido del estado y la responsabilidad con la ciudadanía en la gestión de una pandemia que ha acabado con la vida de miles de españoles.