Benjamín Trujillo

Hace unos meses, en un cumpleaños en La Laguna Grande conocí a un niño maravilloso, es de Vallehermoso, se llama Raúl y es un apasionado del fútbol. Es hincha del Athletic de Bilbao y habló conmigo del gol de Adúriz esta temporada contra el Barcelona, de las posibilidades de su equipo y de muchos jugadores, de ahora y de antes. En un momento sus ojos se engrandecieron y me preguntó asombrado; tú viste jugar a Maradona ?… Cuando le respondí que si, en directo? Insistió, pero tu estabas en el campo ? Si, si le dije… Su asombro no dejaba de crecer.

Le conté que lo vi jugar en el mundial del 82, en Barcelona en un partido contra el Brasil de Sócrates y Zico y que en ese partido lo expulsaron, a Maradona se entiende.

Raúl, enamorado del fútbol, construía su pasión con lo visto por televisión, como tantos otros hoy en día.

Yo me enamoré del fútbol hace ya muchos años, del fútbol que se jugaba en tierra y que para mí tuvo un templo casi único, el Campo de fútbol del Palmar, en San Sebastián de La Gomera, allá junto a la playa, en La Punta, donde hoy está la avenida marítima.

Y crecí en ese mundo de balones con cebo en las costuras, gritos y pasión con un ídolo, Teto.

Era flaco, desgarbado, rubio pero elegante, habilidoso, serio, técnicamente perfecto. Tenía un salto en suspensión para rematar de cabeza como el de los mejores y más renombrados rematadores. Veinte años antes realizaba el pase a lo “ Laudrup “ igual o mejor que el jugador danés.

Cuando llegaban los equipos de fuera, de Tenerife o de La Palma, uniformados, algunos con traje o con chandals todos iguales, el temor me comía, parecían el Milan o el Liverpool y solo me tranquilizaba ver que estaba Teto, que él jugaría. Y ganó muchos partidos casi solo, como las grandes estrellas. Era un jugador veloz, intuitivo, capaz de dar el pase exacto al espacio para aprovechar la velocidad de José Ramón(D.E.P.) o la pericia de Perico. Podría poner cientos de ejemplos de jugadas o de momentos.

Así se construyó mi cultura del fútbol, sin posibilidad de ver repeticiones, ni partidos históricos pero si recorriendo todos los campos de Tenerife donde jugaban Los Leones y Teto como la gran figura.

En estos tiempos de memorias colectivas, construidas a base de repetir imágenes o ideas cientos o miles de veces, yo reclamo mi memoria real e individual, la mía, solo la mía, aunque seguro que compartida por muchos de mi generación.

Teto fue y es para mí lo que para millones de niños de hoy, son Messi o Cristiano Ronaldo.

Gracias Teto por enloquecerme con el fútbol y su cultura.

Descansa en paz.

Benjamín Trujillo.

btrujilloascanio@gmail.com