Madrid ha sido esta pasada semana la sede de la llamada Cumbre del Clima: una reunión de países que han debatido medidas urgentes para evitar lo que ya es una evidencia incontestable; las nefastas consecuencias de la contaminación que producen las actividades del ser humano en el calentamiento global que está sufriendo el planeta.

Cuando hablamos de la lucha contra el cambio climático solemos pensar que no va con nosotros. Que es algo que tienen que hacer otros. Esos países cuyos dirigentes se reúnen para discutir o las grandes empresas. Pero no es así. Es una obligación que nos concierne a todos. Grano a grano de arena, por pequeño que sea, se hace una playa.

La isla de La Gomera es un territorio pequeño en un mundo muy grande. Pero aquí hemos dado un paso adelante en la lucha contra la contaminación que transforma nuestro planeta. Porque sabemos que el esfuerzo de cada uno, la suma de los esfuerzos de todos, es lo que inclinará la balanza del lado de los que queremos un planeta mejor.

Hace ya algunos años que dimos un paso adelante. A nosotros nos incumbe transformar nuestra Isla en un territorio respetuoso con el medio ambiente. Nuestra estrategia es mucho más que palabras. Son actos y decisiones que nos comprometen con una idea en la que creemos y que defendemos. Este año 2020 dedicaremos más de ocho millones de euros –de los 52 millones de presupuesto– es decir más del 16% de los recursos, a medidas que tienen que ver con la lucha contra la contaminación ambiental.

En esta isla creemos en los ciudadanos. Por eso hemos abierto líneas de fomento a la implantación de energías limpias, como la instalación de placas fotovoltaicas en viviendas unifamiliares y empresas, a la compra y utilización de vehículos eléctricos o a la instalación de una red suficiente de puntos de recarga. Hemos apostado por la autosuficiencia energética en los edificios públicos –porque los primeros en dar ejemplo de lo que predicamos debemos ser las instituciones– instalando placas solares y microgeneradores de energía fotovoltaica con 2,7 millones de euros de inversión. Y hemos avanzando en los proyectos de instalación de cinco parques eólicos en la isla, con  una inversión prevista de más de once millones de euros y una capacidad de 11,5 megawatios.

Son pasos importantes en el proyecto de transformar La Gomera en una isla sostenible. Una isla donde la conciencia medioambiental marque nuestro modo de ser y de hacer. Se trata de recoger el espíritu de nuestros abuelos que mantenían una relación mucho más estrecha y respetuosa con la naturaleza de la que vivían. Por eso también dedicaremos durante este año más de trescientos cincuenta mil euros a la reforestación, más de tres millones a proyectos de protección y mejoras medioambientales y ciento cincuenta mil al control de animales asilvestrados, al proyecto «Plántate»y al voluntariado medioambiental. Y para cuidar de nuestra mayor tesoro natural dedicaremos más de medio millón de euros al servicio de vigilancia contra incendios y más de novecientos mil euros a una campaña especial, desde junio a octubre, de prevención y extinción

Nuestros presupuestos para el año 2020 se pueden leer en verde. Nos estamos preocupando –y mucho– por mejorar la gestión de los residuos que genera nuestra población con más de un cuarto de millón de euros dedicados al servicio insular de recogida selectiva y con casi tres millones destinados a una nueva celda de vertidos en el Revolcadero.

Vivimos tiempos en los que, en muchísimas ocasiones, todo queda reducido a grandes gestos y buenas intenciones. No digo que no sean importantes las acciones simbólicas e incluso los debates. Pero el tiempo de decir ya pasó. Estamos en el momento de hacer. Cada uno en lo que pueda, cada cual en su nivel, comprometidos todos en respetar el medio en el que vivimos y que debemos legar a nuestros hijos en mejores condiciones que cuando lo recibimos. Es una batalla contra el cambio climático en la que todos, de todas las ideologías, debemos estar. Y para hacerla realidad no hacen falta grandes cumbres. Hace falta compromiso, decisión y, sobre todo, acción. Como decía Lope de Vega, obras son amores y no buenas razones.