La ministra de Defensa, Maria Dolores de Cospedal, pasa revista a guardias civiles el pasado domingo en Toledo. ISMAEL HERRERO EFE

“Somos militares y nos gusta hacer planes y prever”, respondió el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Fernando Alejandre, cuando se le preguntó por los convoyes enviados durante los últimos días a Cataluña. De momento, lo que ha hecho el Ejército es acumular material logístico, “para estar preparado ante cualquier contingencia”, según sus palabras. El objetivo, según fuentes militares, sería apoyar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado si el Gobierno da la orden de activar la denominada Operación Cota de Malla.

“El Ejército no intervendrá en Cataluña si no lo ordena el Gobierno. Lo contrario sería un golpe de Estado”, proclama el teniente general retirado Pedro Pitarch. Los generales en activo con los que ha hablado EL PAÍS, bajo compromiso de anonimato, discrepan sobre si el Gobierno debería haber actuado antes contra el órdago separatista, pero todos coinciden en que el Ejército no dará un paso hasta que no se lo ordenen las autoridades legítimas. No podría ser de otra manera. Pero eso no significa que no esté ya elaborando planes y posicionando material por si llega la orden.

Según Miguel González para el periódico El País, la misión que cumplirían las Fuerzas Armadas en Cataluña, según las fuentes consultadas, sería la de apoyar a la Guardia Civil y al Cuerpo Nacional de Policía en su tarea de garantizar la seguridad. Ya se les está prestando apoyo logístico, en forma de alojamiento en las bases militares de Sant Climent Sescebes (Girona) y El Bruch (Barcelona), pero si fuera necesario se daría un paso más: sustituirlas en la vigilancia de objetivos estratégicos para que los Cuerpos de Seguridad del Estado pudieran liberar efectivos y dedicarlos a otros cometidos.

DE LA LEY AL PLAN DE CONTINGENCIA

Ley Orgánica de Defensa Nacional 5/2005. Establece que las Fuerzas Armadas, “junto con las instituciones del Estado y las Administraciones Públicas, deben preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas”. La misma ley incluye entre las operaciones militares “el apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la lucha contra el terrorismo” y la “colaboración con las diferentes Administraciones Públicas en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas”.

Cota de Malla. Es el nombre del plan de contingencia por el que las Fuerzas Armadas apoyan a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, cuando es necesario, para garantizar la seguridad mediante la protección de objetivos asignados. Se ha aplicado en múltiples ocasiones por la celebración en España de cumbres internacionales o de eventos de proyección internacional. También se aplicaría en el caso de elevarse del actual 4 al 5 el nivel de alerta antiterrorista.

Se trataría de que los militares se hicieran cargo de la protección de puertos, aeropuertos, centrales nucleares, depósitos de combustible y otras infraestructuras críticas. Es una misión prevista en la Ley Orgánica de Defensa Nacional de 2005, que ya se estaría ejecutando si, tras los atentados del 17 agosto en Barcelona y Cambrils, el Gobierno hubiese elevado a 5 el nivel de la alerta antiterrorista.

Las Fuerzas Armadas cuentan desde hace años con un plan de contingencia, denominado Cota de Malla, por el que los militares asumen la protección de los objetivos que se les asignan. Ese plan se activó en el pasado para la protección de elecciones y conferencias internacionales; y fue especialmente importante tras los atentados del 11-M o con motivo de la boda del entonces Príncipe de Asturias en 2004. Sólo se trata de sacarlo del cajón, actualizarlo y adaptarlo a las circunstancias de Cataluña.

Según estos planes, los militares se encargarían preferentemente de tareas de vigilancia estática, evitando el riesgo de que tuvieran que hacer frente a algaradas y tumultos. Y ello porque los miembros de las Fuerzas Armadas carecen de la instrucción y el equipo adecuado para disolver manifestaciones, además de que no tienen, salvo en casos concretos (policías militares y la Unidad Militar de Emergencias), la condición de agentes de la autoridad, necesaria para poder dar órdenes a civiles.

Además de esta tarea, para la que harían falta más de un millar de efectivos, el Ejército podría recibir encargos más complicados, como mantener abiertas las vías de comunicación, mediante la retirada de obstáculos (de barricadas a tractores) con grúas y vehículos de ingenieros. También podría facilitar las comunicaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a través de las redes militares.

El Ejército dispone en Cataluña de dos batallones, ambos pertenecientes al Regimiento Arapiles: el Extremadura, con base en Sant Climent Sescebes (Girona) y el Barcelona, en el cuartel de El Bruch (Barcelona). Tienen unos 350 efectivos cada uno y están desde principios de año en proceso transformación. El Extremadura, que ya ha recibido sus primeros blindados de cadenas Pizarro, es un batallón Mecanizado; y el Barcelona, motorizado, con vehículos VAMTAC.

Las mismas fuentes subrayan que estos efectivos son insuficientes para apoyar a las Fuerzas de Seguridad del Estado (además de que en dos provincias, Lleida y Tarragona, no hay ninguna guarnición), por lo que deberían ser reforzados con tropas llegadas de fuera de Cataluña.

Eso en el caso de que los militares se limitaran a tareas de vigilancia, pues los planes del Ejército contemplan escenarios mucho más exigentes. “Si se produjera una escalada de violencia que desbordara a las Fuerzas de Seguridad del Estado, el Ejército tendría que hacer valer su superioridad”, advierte un mando. En el escenario más peligroso, Policía y Guardia Civil no solo tendrían que enfrentarse a disturbios o algaradas, sino a grupos armados.

Los expertos no dan mucha probabilidad a la hipótesis de que todos o parte de los casi 17.000 Mossos d´Esquadra se levantasen contra el Estado, pero no descartan el riesgo de que surjan grupos armados entre los sectores más radicalizados del independentismo. “La maniobra debe montarse de acuerdo a la hipótesis más probable y la seguridad, según la más peligrosa”, recuerda un mando.