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José Aguiar: vida, obra y cátedra

El ciclo de conferencias que lleva el nombre del muralista natural de La Gomera, José Aguiar se ha convertido en una de las piezas fundamentales de las jornadas colombinas. Y ello es así, en cuanto que suponen un elemento básico y la excusa perfecta para conocer la vida de este genial artista gomero universal, su obra y distintos episodios de la historia de la Isla, relacionados de una manera u otra con el artista, considerado uno de los grandes muralistas españoles del siglo XX.

El Cabildo homenajea cada año la figura del pintor durante las jornadas colombinas con la celebración de una cátedra

El presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo Curbelo, indica que desde un principio plantearon estas jornadas con la intención de reivindicar la figura de Aguiar, al igual que ocurre con el escritor Pedro García Cabrera, que también dispone de su propia cátedra. Y es que no por casualidad Curbelo considera que ambos son unas figuras principales de la vida cultural de La Gomera del pasado siglo. Otro homenaje que hizo el Cabildo fue la elección de la obra La Romería de San Juan parapresidir el salón de plenos. “Prueba de su valía es que piezas de este autor se pueden encontrar repartidas en edificios emblemáticos como el Cabildo de Tenerife”, indica el presidente. En este caso la monumental pintura también preside el antiguo salón de plenos y ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por su indudable valor.

Cuadro de José Aguiar expuesto en el Cabildo de La Gomera

Desde sus inicios, hace ya cinco años el cargo de director de las jornadas es ocupado por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna (ULL), Alberto Darias Príncipe, quien indica que el objetivo final no es otro que transmitir todo el legado cultural que rodea a la figura del pintor. Una temática que abarca desde las bellas artes, a la cultura, historia, tradiciones o la Isla como cuna e inspiración de su obra. Para ello, en esta ocasión como en las anteriores se llevarán a cabo diversas conferencias y mesas redondas en las que, de nuevo, participará el propio Darias Príncipe.

El director de las jornadas resalta que en cada edición se supera el número de asistentes y de interés, a la vez que califica de “fundamental” el apoyo del Cabildo y de la Universidad de La Laguna. “Todos y cada uno de los años hemos hablado de Aguiar, de sus contemporáneos y de su época”. Por ejemplo, en la edición anterior salió a la luz la correspondencia entre el pintor y el entonces presidente del Cabildo, Alberto Darias, padre del catedrático, a cuenta de la concesión de una beca. Más que un enfrentamiento, se trató de una serie de malentendidos que finalmente el titular de la institución insular resolvió otorgando la ayuda.

Las cartas fueron encontradas en el archivo de la familia Darias y suponen una anécdota dentro de la vida de este artista. El catedrático considera que Aguiar fue “un extraordinario pintor, uno de los principales y mayores muralistas de la pintura española, que en parte ha caído en el olvido por su injusta vinculación al régimen franquista”. En esta edición la conferencia de Darias tendrá por título Miscelánea Gomera: 1926-1929 y se desarrollará el miércoles 20 de septiembre.

Jardines en la Casa de José Aguiar en Agulo

El programa está configurado por una primera charla que lleva el título de  Utopía e identidad en el ideario de Néstor Martín – Fernández de la Torre, a cargo de Daniel Motesdeoca García, director del Museo Néstor de Las Palmas de Gran Canaria. El martes, será el turno para el ponente Pablo Jerez Sabater, miembro de la Escuela de Artes Pancho Lasso de Arrecife, quien dará una conferencia titulada Arte y literatura en la juventud de Aguiar. El jueves 21 de septiembre, Francisco Javier Pueyo Abril, miembro del museo Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria, llevará a cabo la conferencia titulada Aguiar en las colecciones de pintura del Cabildo de Gran Canaria.

Finalmente, el viernes 22 de septiembre será el turno de la última de las conferencias que se titula José Aguiar, de lo regionalista a lo universal, y que será desarrollada por Jonás Armas Núñez, miembro de la Cátedra de José Aguiar de la Universidad de La Laguna.

Elena García, responsable de la Consejería Insular del Área Sociocultural, remarca que año tras año la intención no es otra que recuperar la figura de Aguiar por su importancia como personaje gomero universal. Por ello, en cada una de las ediciones se eligen a conferenciantes relevantes que hablen sobre cuestiones relacionadas con el pintor, su vida, obra y época en la que vivió. Subraya la colaboración establecida con la Universidad de La Laguna y la dirección de Darias Príncipe, que son los que marcan las líneas de cada uno de los programas.

VIDA

El investigador, Pablo Jerez Sabater defiende que este autor ha sido a la vez odiado, olvidado, censurado, represaliado y amado. Él, por su parte, estima que ante todo reúne méritos para que se le considere “el gran muralista español del siglo XX y la quintaesencia de eso que los poetas llaman duende”. Recuerda que los paisajes de Agulo, su pueblo natal, sin duda marcaron su posterior pasión por la pintura. En sus primeros años, sin embargo, optó por modelar el barro y el yeso, con lo que también comenzó a dar forma a su particular manera de entender el arte. En la actualidad aún se conserva su casa natural en este pueblo que se ha convertido en centro expositivo.

Unamuno posando para el pintor José Aguiar en la puerta de la Universidad de Salamanca. Año 1934. Fondo Miguel de Unamuno de la Universidad de Salamanca.jpg

Sus grandes obras se inspiran en el mundo rural de La Gomera y sus campesinos y ejemplo de ello es el mural que adorna el salón de plenos del Cabildo de esta Isla. En este paisaje encontró “miradas, gestos, expresiones de tristeza, de trabajo forzado, de extraña fuerza motriz. Aquellos que la crítica denomina como pintura racial. Aguiar se alejó del tipismo para caer en el reflejo de los tipos”, indica Sabater.

Por presiones familiares se matriculó en la Facultad de Derecho en Madrid, aunque posteriormente asistiría con regularidad a la Academia de San Fernando, su verdadera escuela, donde tuvo como maestro a Ignacio Pinazo. A partir de aquí volvería de nuevo a la Isla donde verían la luz sus primeras grandes obras, Comadres en Gomera y una suerte de xilografías modernistas para acompañar el poemario Salterio de su compadre agulense, Pedro Bethencourt.

La romería de San Juan es el nombre de la obra que cuelga del salón de plenos del Cabildo gomero. Un mural de tamaño descomunal que presentó en 1924 a la Exposición Nacional y que le otorgó un nombre en el mundo de la pintura pese a no haber recibido premio alguno en aquel entonces.

Por esas mismas fechas continuó presentándose a certámenes, obteniendo un tercer premio en 1926. En ese momento ya había conocido a Encarnación, una madrileña que se convirtió en su esposa y que le dio a sus dos hijos: Concepción y Waldo. Su consagración llegaría en 1929, cuando obtuvo la Medalla de Oro por La tierra y los frutos. A partir de aquí, comienza una etapa trascendental en su vida. Un año más tarde es pensionado por el Cabildo de La Gomera para estudiar en Italia durante dos años.

En 1934 en Madrid tuvo la primera ocasión de demostrar su validez como muralista con el encargo del Friso Isleño del Casino de Tenerife, acaso uno de los más bellos que jamás realizó. Sabater califica la obra de “doce metros de pura fuerza racial. Agricultura y mar. Acaso símbolos del coraje canario”.

Cuando estalla la guerra civil se encuentra en Madrid, donde había montado su estudio. Siguió pintando varias obras que serían mostradas en exposiciones nacionales. Y le llegaron varios encargos murales. Y también uno más particular. Esta vez del dictador Francisco Franco. Sabater recuerda que “la megalomanía del caudillo necesitaba de un retrato hagiográfico. Como Napoleón. Un retrato que llamamos de aparato. España, sumida en las vanguardias, no procuraba de artistas figurativos que hicieran las delicias de su excelencia. Excepto Aguiar. Él era uno de los mejores talentos jóvenes. Y un dibujante superdotado. Imagino que en los años 30 de algo tendría que vivir. Era un encargo. Ahí se labró la leyenda negra que le acompañará durante décadas. Tildado de franquista, colaboracionista y demás, su figura se ennegreció como agitada fue su paleta, ahora concebida para ser un muralista de excepción”.

Lo que se olvida, a veces, es que Aguiar fue masón y estuvo represaliado por el tribunal que los franquistas establecieron contra la masonería y el comunismo. “No era falangista, al menos en la práctica. Él era artista. Era un muralista. Era un talento puramente expresionista. Y a su regreso a Canarias, retrató a otro masón como Marrero Regalado con un compás, uno de los símbolos de la orden del gran arquitecto”.

Tras esta etapa llegarían los grandes encargos para el Cabildo de Tenerife o la Basílica de Candelaria. En 1961 accedió como miembro de la Real Academia de San Fernando con un discurso titulado Breve análisis de la angustia en el arte contemporáneo. Moriría finalmente en Madrid en 1976. Entre los homenajes que a lo largo de este tiempo se han llevado a cabo está la rehabilitación de su casa natal, varias exposiciones antologías y la celebración anual de estas jornadas en las que se habla sobre su figura y época en la que vivió.

 

 

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