Amadeo Quintero Padrón, silbador herreño. Imagen publicada en bienmesabe.com

La asociación cultural Ossinisa, de El Hierro, ha solicitado que el silbo herreño sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y ha alertado de la «amenaza» que supone para el silbo herreño la postura «chovinista y excluyente» adoptada por Casimiro Curbelo (ASG) y Francisco Déniz (Podemos).

Según señalan este colectivo en un comunicado del que se hace eco el digital diarioelhierro.es,  el lenguaje silbado, «no es exclusivo de La Gomera ni de Canarias: existe en varios lugares agrestes del planeta. Al igual que la escritura, el silbo es un medio secundario del habla, por lo que cualquier lengua es susceptible de silbarse y cada lenguaje silbado refleja un habla concreta. Así, el silbo turco imita cierta variedad de la lengua turca; el silbo mazateco de México, las lenguas mazatecas; y el silbo herreño, el español hablado en El Hierro, que difiere algo del habla, y por tanto, del silbo gomero».

En el comunicado se señala que el silbo herreño ha permanecido en estado latente durante mucho tiempo, al ser El Hierro una isla asimétricamente explorada desde el punto de vista etnográfico: se han investigado y dado a conocer las tradiciones de la franja oriental y meridional (El Pinar, Sabinosa y La Dehesa) pero, en general, se conocen muy poco las restantes zonas, cuya orografía es más accidentada: es justo en ellas es donde ha perdurado hasta hoy la tradición del silbo a la que se referían Verneau (1880), Lajard (1891), Ricard (1932), Bonnet y Álvarez Cruz (1953), Trapero (1991), Lorenzo Perera (1992) y Jiménez Gómez (1993), entre otros. Por suerte, esta tradición fue dada a conocer monográficamente por el investigador tinerfeño David Díaz Reyes a través de su obra El lenguaje silbado en la isla de El Hierro (2008).

Según Ossinisa «pese a que el silbo herreño cayó en desuso a partir de la década de los sesenta en una isla aquejada por la sequía y la emigración masiva a América, aún quedan personas mayores que lo conservan, siendo posible y pertinente su rescate y promoción, tal y como se hizo en La Gomera cuando esta tradición padecía el mismo estatus». En este sentido, la Asociación informa  de que solicitó en 2008 a la entonces directora general de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias, la herreña Aránzazu Gutiérrez, que defendiera ante el Comité del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco la inclusión del lenguaje silbado de El Hierro en la declaración del silbo gomero como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

«La irresponsabilidad cometida entonces haciendo caso omiso a nuestra petición, sienta hoy las bases jurídicas para aniquilar esta joya de nuestro patrimonio cultural, a la vez que veta igualmente a los lenguajes silbados que se han documentado en otras islas como Tenerife o Gran Canaria», afirma Ossinisa. «En efecto, la iniciativa promovida por Curbelo y apoyada unánimemente por el Parlamento canario persigue ese fin: aniquilar los lenguajes silbados de Canarias en favor del gomero», añaden.

Ossinisa advierte, asimismo, de que, «detrás de esta iniciativa se oculta un claro interés de mercadear con el patrimonio cultural canario, y que esta es la razón por la cual ciertos comisarios culturales, sin duda beneficiarios de las políticas de promoción del silbo gomero, niegan la existencia del silbo herreño y otros”, dicen. “Es lamentable que intereses políticos, negocios particulares, suculentas subvenciones, banquetes, viajes promocionales, publicidad turística, cargos a dedo y puestos de trabajo que aseguran votos estén por encima de preservar un legado milenario», sostienen.

La asociación recuerda a los políticos canarios firmantes de la proposición elevada por Curbelo, «que la cultura canaria no puede entenderse como siete compartimentos estancos, ni mucho menos como siete chiringuitos regentados por el presidente del cabildo de turno» y recuerdan que las islas se poblaron por gentes procedentes del norte de África que compartían un sustrato cultural común, y que, posteriormente, se conquistaron de forma sucesiva, llevando lo que había en una isla a otra y viceversa, creándose así una homogeneidad cultural considerable que es perceptible, por ejemplo, en el habla.

«En consecuencia, creer que un rasgo cultural es exclusivo de una isla y, por tanto, patentable, supone un disparate de dimensiones estelares. Esta concepción mercantilista de la cultura canaria, sujeta a la apuesta particular que hagan las autoridades insulares, supone un sálvese quien pueda para las tradiciones canarias menos populares y para las islas que menos invierten en cultura, las cuales quedan potencialmente sujetas al revisionismo histórico y a las posturas negacionistas de los políticos y de sus comisarios culturales», declaran.

Por último, Ossinisa solicita que «no se politice» el lenguaje silbado de Canarias y muestra su apoyo total a todas las acciones encaminadas a potenciar y fomentar el silbo canario en cualquiera de sus manifestaciones insulares. Asimismo, exige a las instituciones herreñas «que no cesen en su afán de rescatar del lenguaje silbado en El Hierro, enmendando así los errores del pasado», concluye.