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Las primarias del PSOE decidirán el destino del centroizquierda en España

reparativos para las votaciones de mañana en la sede de la agrupación del PSOE en el barrio de Pinomontano, Sevilla. PACO PUENTES / ATLAS

Los 187.000 afiliados del PSOE deciden hoy mucho más que quién será su secretario general. La elección de los militantes marcará el futuro del centro izquierda en nuestro país, en donde se sitúan más de la mitad de los españoles, según las encuestas del CIS. Las mayores victorias electorales del Partido Socialista se consiguieron gracias al voto de ese colectivo ideológico, pero la llegada de dos nuevos jugadores a la política española (Podemos y Ciudadanos) ha sustituido el bipartidismo por un pluripartidismo competitivo que acabó por descolocar a la anterior dirección socialista, que consiguió los peores resultados de su historia reciente. El nuevo secretario general deberá renovar la socialdemocracia, atraer a los jóvenes y recuperar la cultura de partido de gobierno.

El candidato o candidata que salga hoy elegido secretario general PSOE tiene ante sí un enorme reto: iniciar la remontada electoral, después de tres elecciones generales en las que los socialistas perdieron cerca de seis millones de votos y, lo que es peor, dejaron de ser la única referencia progresista en España. Los cinco millones de votos conseguidos en junio de 2016 pueden ser un suelo sobre el que renacer o, por el contrario, un techo que les asfixie y les lleve al abismo. Para poder remontar, el partido tiene que recuperar la credibilidad, ocupar el máximo espacio de centroizquierda, adaptar la doctrina socialdemócrata a los nuevos tiempos, atraer a los jóvenes y recuperar la cultura de partido de gobierno. Una tarea complicada que empieza por acabar con la tremenda división interna e iniciar una nueva etapa de unidad y lealtad entre los distintos líderes y tendencias políticas.

Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López afrontan hoy las elecciones primarias para dirigir el partido en el momento más difícil de su historia reciente. 187.000 afiliados tienen que elegir entre tres candidatos que plantean programas y recetas distintas para cambiar el rumbo negativo que se inició en las elecciones de 2011. Además, la campaña ha mostrado un PSOE dividido, enfrentado y un tanto desorientado ante los acontecimientos de los últimos dos años.

Irrelevancia en Francia

Al margen de la personalidad de los candidatos, de los pros y los contras de cada uno, y de los apoyos públicos con los que cuentan, hay datos que muestran el rumbo que debería emprender el partido para evitar caer en la irrelevancia que han conseguido sus colegas de Francia, Reino Unido, Holanda y Grecia. En España, el 50% de los ciudadanos se sitúan entre el 3 y el 5 en su posición ideológica en una tabla que va de 1 (extrema izquierda) al 10 (extrema derecha). O lo que es lo mismo, la mitad de los españoles se declara de centro, centro izquierda o de izquierda moderada.

Los datos corresponden al Centro de Estudios Sociológicos y el perfil no se ha movido mucho desde que se empezaron a hacer estas encuestas hace 40 años. La media ideológica declarada por los españoles se viene situando entre el 4,6 y el 4,9 durante las últimas cuatro décadas. En tiempos del bipartidismo los dos partidos mayoritarios (PSOE y PP) han llegado al poder cuando han sido capaces de conseguir los votos de ese centro ideológico y unirlo a su caladero de votos tradicional.

Desde que en 2015 irrumpieron dos nuevos partidos (Podemos y Ciudadanos) y se conformó un nuevo escenario de multipartidismo competitivo, la lucha por ese espacio ha sido más encarnizada y el PSOE ha deambulado sin rumbo dejándose arrebatar votos desde la izquierda y desde el centro sin responder con una propuesta capaz de ocupar el mayor espacio político posible. Y en política, el espacio que dejas libre lo ocupan inmediatamente tus contrincantes.

El sociólogo Joan Navarro explica cómo ese multipartidismo, tras la aparición de Podemos y Ciudadanos, ha fragmentado los electorados del PP y el PSOE. ¿De qué perfiles de voto se ha apropiado el partido de Iglesias? “El voto de Podemos en 2015 y 2016”, explica Navarro, “es mayoritariamente masculino, menor de 45 años y de nuevas clases medias urbanas. También es el electorado de los perdedores de la crisis; una generación bloqueada (menos de 35 sin trabajo) y perdedora (mayores de 45 años que lo ha perdido con la crisis). Es ideológicamente heterogéneo, desde libertarios a comunistas, pasando por socialistas y ecologistas”.

El PSOE solo ha podido conservar mayoritariamente a socialdemócratas y socialistas mayores de 45 años y a sectores que necesitan el Estado del bienestar. Mantienen sus votantes en ciudades intermedias y más en el sur que en norte de España. Han perdido la hegemonía que consiguieron entre 1982 y 1993 con Felipe González y entre 2004 y 2011 con José Luis Rodríguez Zapatero.

Un conocido político socialista que prefiere mantenerse fuera de la contienda de las primarias explica que “en los años ochenta el PSOE representaba el retrato sociológico de los españoles, de la mayoría de los españoles, y abarcaba un amplio espectro desde la izquierda al centro sin complejos. Y, además, tenía una clara vocación de gobierno, algo a lo que un partido progresista no puede renunciar”.

Algunos sociólogos atribuyen esa pérdida de vocación y de ambición por gobernar a la crisis que se inició en el PSOE tras el descalabro electoral de 2011 (perdieron 3,5 millones de votos) y que se agravó a partir de 2013 y, especialmente, cuando en las elecciones europeas de 2014 aparecen Podemos y Ciudadanos. “Han sido años malísimos para los socialistas”, explican los expertos de Metroscopia, “que les ha llevado a una doble brecha generacional y territorial: han perdido mayoritariamente el voto de menores de 35 años y han pinchado en las grandes ciudades y en el norte y el área mediterránea. Aún así, el PSOE mantiene el poder en importantes comunidades autónomas y Ayuntamientos”.

Navarro destaca el debilitamiento de los socialistas en Cataluña a partir de 2011, cuando esa comunidad había sido históricamente uno de los caladeros de votos más importantes en las victorias del PSOE. También, los resultados negativos de la gestión de la crisis del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a partir de mayo de 2010.

Nadie discute que la gran recesión del mundo desarrollado, que se inició en 2008, ha puesto en evidencia la gestión de los partidos socialdemócratas europeos, que han acabado en tierra de nadie, perdiendo votos a su derecha e izquierda. Eso ha llevado a que diversos líderes socialistas europeos se hayan sumado a la protesta en vez de encabezar las propuestas. El socialista catalán Ramón Obiols acuñó el término “izquierda de gobierno” para el PSOE de los años ochenta, que lideró el gran cambio modernizador en España.

Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía y candidata con más avales en estas primarias, lo decía el viernes en una entrevista en este periódico: “El patrimonio de este partido son sus 22 años en el Gobierno de este país”. Y criticaba que el PP más débil de los últimos tiempos les haya dado la mayor derrota electoral de la democracia.

En el otro lado, el ex secretario general Pedro Sánchez insiste en sus disyuntivas: “Curar o cronificar la abstención” o “un partido de militantes frente a uno de notables”. Y Patxi López reclama acabar con la lucha fratricida entre los socialistas y buscar una unidad que les permita iniciar la remontada lo antes posible. “El líder vasco ha jugado el papel de casco azul de ONU entre dos fuerzas duramente enfrentadas”, comentaba otro importante dirigente socialista.

Sin grandes ideas

La campaña electoral para las primarias se olvidó de las grandes ideas para centrarse en la búsqueda del voto de los 187.000 afiliados al PSOE. Puede tener sentido que los tres candidatos hayan basado sus propuestas en las alianzas con otros partidos, la política territorial, el modelo de partido y hasta en asumir la historia o plantear la ruptura. Pero no deberían olvidar que el día después de las primarias el candidato que resulte ganador deberá dirigirse a un público al menos cinco veces superior al colectivo de militantes para buscar su apoyo para gobernar España en el plazo menor posible.

La victoria de uno u otro candidato marcará, además, el futuro de ese 50% de los españoles que se declara de centro, centro izquierda e izquierda moderada (entre el 3 y el 5 en la escala ideológica). Un espacio muy amplio en el que la posición excesivamente izquierdista de los partidos socialista francés y laborista británico (después de elecciones primarias ganadas por los líderes más radicales) ha dejado huérfanos a millones de votantes progresistas, blindando a gobiernos conservadores.

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