Manuel Fernando Martín Torres

Por Manuel Fernando Martín Torres.-  Me permito un empujoncito al ánimo y a la sonrisa, una invitación bienhumorada a escarbar en formas y fondo de la una forma de escribir pronta e inmediata.

Con pronto writing se acuña una manera de escribir con características particulares, y a mi ver bastante inequívocas, empezando por la mezcolanza híbrida de su nombre. Una práctica que, a mi parecer, gana día a día adeptos, contribuyendo a ello las nuevas formas de comunicación vinculadas a internet y a las redes sociales.

El sujeto-a se sienta delante del papel porque no tiene otra mejor cosa que hacer, porque le apetece, o porque quizá algo le preocupa más de la cuenta y quiere escupirlo. Cuando principia sabe naturalmente qué decir, pero no tiene conciencia de hasta dónde le llevará su impulso, que es lo mismo que decir que no sabe ni cuándo ni dónde parar. Mala cosa.

El estilo y los cánones son asuntos de segundo orden, ya que, como en las deposiciones,  lo que apremia es soltar lo que lleva dentro de una forma rápida, expeditiva, y si es posible de una única sentada.  El tiempo que se toma para escribir viene a ser el justo para evitar faltas de ortografía gruesas, sintaxis estrambótica, o para realizar retoquitos que eviten malentendidos con amigos y enemigos.

El pronto writing es comparable a un potaje a medio de hacer. Tiene todos los ingredientes en el caldero –puede que incluso hasta las mejores verduras del mercado-,la receta es buena, también la intención lo es; pero cuando te llevas la cuchara a la boca y lo pruebas, te das cuenta que le falta algo, … si algo, no sé un hervor…algún tiemple……pero no termina de gustarte. Y en este punto viene precisamente el dilema; el cocinero/escritor en vez de analizar qué le falta o le sobra a ese guiso, en vez de intentar mejorar su sabor y calidad,  le larga la tapa el caldero y da, temerariamente, por terminada su faena. Al que le gusta le gusta y al que no…….

Ningún adepto al pronto writing puede, por razones obvias, formar parte de un gabinete de prensa que se precie. Sería un sinvivir para quien lo contratara y para él/ella. No aprendería en debida forma a escribir por encargo, ni a asumir, por las buenas, trastornos de doble personalidad.

El escrito, cuanto más breve, mejor. Cuando la cosa se prolonga es muy posible que broten  incongruencias o que el lector adivine ciertas carencias.

Al pie de cada pronto writing debería leerse una nota: “consumir preferentemente antes de../../….” y es que, por lo general,  tiene sentido pleno cuando se lee en fresco. El potaje poco hecho se espuma y se pone malo antes, está claro.

Yo creo, que el periodista profesional no practica, por lo general, el pronto writing y si lo hace es obligado por ciertas circunstancias. No se ha estado quemando las pestañas en la facultad para ahora escribir de cualquier forma.

Tampoco encuentra muchos adeptos entre científicos, académicos, investigadores, o especialistas de diversa índole. Lo veo normal, cuando tanto se sabe es preciso tomarse un tiempo para comunicar formal y debidamente.

Se aleja del academicismo literario e incluso lingüístico, y por más que Montserrat Cano se empeñe en decir que todo lo escrito es literatura, me cuesta creerla.

El egocentrismo es clara amenaza del pronto writing. Por eso, estas almas en pena, estos “pecadores de la pradera”, intentan meterse, una y otra vez, en la cabeza lo poco importante que es mirarse al ombligo, por bonito que lo tengan.

Los valores más encomiables del pronto writing hay que buscarlos en la espontaneidad, en la frescura, en la ausencia de encorsetamiento, en la libertad de expresión, o en el deseo interno del escritor-a de ser más útil que servil.

No nos llamemos a engaño pensando que esta escritura pronta es siempre insustancial, inmadura o vana. Estoy convencido de ello tras mirar algunas cartas al director,  blogs, o incluso a ciertas editoriales o columnas fijas de reconocidos periódicos.

El pronto writing gana sentido cuando los lectores entran en escena para compartir, matizar, opinar, etc. Se convertiría en una especie de co-writing. Y es que precisamente se escribe, no para ganar dinero o generar simpatía o adeptos, sino más bien para procurar alguna reacción en el lector, que debidamente canalizada pueda retroalimentar y enriquecer el tema de que se trate.

Por si todavía no se ha notado, me declaro seguidor del pronto writing, no me queda otra, en otro club no tengo cabida.

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@mafermarto