El presidente en funciones, Mariano Rajoy, este martes. FOTO: J. C. HIDALGO (EFE) / VÍDEO: QUALITY

Mariano Rajoy ha pedido este martes la confianza del Congreso de los Diputados para lograr la investidura como presidente del Gobierno con el principal argumento de evitar las «consecuencias de extrema gravedad» del bloqueo institucional y político, con un Ejecutivo «estable, moderado y eficaz» que sólo él garantiza.

El presidente del Gobierno en funciones ha hecho un balance de su gestión, plagado de datos económicos, para enlazar la herencia que recibió en diciembre de 2011 con la que deja con su actuación, hasta convertir su intervención, el debate y, sobre todo, la votación en una especie de cuestión de confianza o examen que parece tener perdido de antemano. Rajoy ha leído un discurso casi idéntico a todos los anteriores, sin darle la trascendencia de un debate de investidura tan distinto de todos los demás y con un resultado tan previsto, tan sombrío, en un contexto de bloqueo político.

«España necesita de forma urgente que haya un Gobierno fuerte», ha repetido en su discurso ante el Congreso. El líder del PP ha invocado también su legitimidad como candidato del partido más votado: «Estoy aquí porque así lo han querido los españoles». Y se ha presentado reiteradamente como la única posibilidad de Gobierno estable y de opción «razonable, salvo que alguien quiera juguetear con la voluntad de los españoles y presentar una aventura de radicalismo e incertidumbre».

Rajoy afrontó este martes su segunda investidura para presidente del Gobierno. En diciembre de 2011 tenía una mayoría absoluta holgada que le permitía una plácida elección en primera vuelta. Esta vez llega con 170 escaños, los del PP, los de Ciudadanos y el de Coalición Canaria, insuficientes para su reelección. Salvo sorpresa mayúscula no tendrá los siete votos favorables o 11 abstenciones que necesita.

«Es evidente que no basta con estos acuerdos para completar una mayoría suficiente. Esto equivale a decir que el futuro inmediato de España está pendiente de lo que se decida en este debate», ha admitido, aunque no ha hecho ni una sola referencia expresa al PSOE, en forma de petición de apoyo.

Solo en el final se ha limitado a asegurar que «lo que las circunstancias reclaman en este momento es que nos pongamos todos al servicio del consenso, que es tanto como decir al servicio de los españoles. Escucharé con mucho gusto la opinión de sus señorías, su disposición para resolver un problema que nos afecta a todos. Espero que, al final del debate, demostremos que hemos sido capaces de anteponer el interés de todos al interés particular y, en consecuencia, pueda salir de aquí el gobierno que los españoles están esperando».

«Salvo que en este debate alguien exprese lo contrario, debo suponer que todos deseamos que España evite unas nuevas elecciones. ¿O es que alguien aquí está pensando en convocar nuevamente a los españoles a las urnas? ¿Y cuántas veces estaría dispuesto a hacerlo?» y «obviamente debe haber una oposición, porque alguien debe controlar al gobierno, pero eso pasa porque haya gobierno. Como éste no vendrá solo, es evidente que, o colaboramos para crearlo, o no podrá haber ni gobierno ni oposición».

La primera parte de su intervención ha servido para describir los peligros que, según él, tendría para la economía prolongar la situación de inestabilidad. «Las cosas se podrían torcer y evolucionar a peor, no es justo malograr la recuperación en marcha por la parálisis política», ha añadido.

Según Rajoy, esa situación de bloqueo podría dar al traste con lo avanzado en la recuperación y podría traducirse en «sanciones de la Unión Europea y la pérdida de fuentes de financiación», además de la pérdida de credibilidad.

Esa situación, ha añadido, no se puede abordar con un Gobierno formado por muchos partidos, en referencia a la izquierda de la Cámara, apoyado por formaciones que «mantienen un desafío a las instituciones», es decir, los nacionalistas e independentistas.

«Necesitamos con urgencia un Gobierno que pueda gobernar y que atienda los problemas. Un Gobierno estable, duradero y no sometido a vaivenes», ha añadido para concluir que el PP, con los apoyos recabados, es el único que puede garantizar esa estabilidad.

Para eso, «no sirve un Gobierno para un año, sino para más tiempo», porque «demasiadas decisiones económicas aguardan pendiente del rumbo que tomemos, que no quieren arriesgarse hasta que no se desvele qué ocurrirá y son incompatibles con aventurerismo económico. tenemos que demostrar que España es fiable».

Ha explicado que se exigen acuerdos que «eviten una legislatura estéril». Y ha alabado el acuerdo con Ciudadanos y Coalición Canaria para convertir a España en «una economía de primer orden».

Luego ha enumerado las medidas pactadas con el partido de Albert Rivera, sin incluir más concreción y con especial detenimiento en los que tienen que ver con la economía y la creación de empleo.

Rajoy ha solemnizado propuestas de pactos para revisar la financiación autonómica, para acometer el futuro de las pensiones y para hacer un plan de educación. El modelo de financiación autonómico debe ser revisado por exigencia legal hace varios años y se ha demorado desde entonces, las pensiones deben examinarse periódicamente y por obligación en el Pacto de Toledo y sobre educación la mayoría del actual Congreso cuestiona la ley en vigor, la LOMCE.

También ha propuesto un pacto de Estado contra la violencia de Género como exige su acuerdo con Ciudadanos, como han pedido otros partidos y como rechazó el PP en la legislatura en la que tenía mayoría absoluta.

«La mejor manera de preservar la confianza en nuestro sistema democrático es respetar su voluntad», ha dicho en el arranque del bloque de reformas institucionales, pidiendo que como primera medida se permita gobernar a la lista más votada, es decir, la suya.

Sin autocrítica ha asegurado que «la corrupción se persigue más que nunca», enumerando medidas aprobadas por su Gobierno y con el mismo tono de cuestión de confianza o examen de su gestión. «La lucha por la regeneración debe ser un objetivo que nos involucre a todos», ha añadido antes de enumerar algunas de las medidas contra la corrupción pactadas con Rivera.

Ha hablado también de la «ambiciosa agenda de reformas institucionales» acordadas con Ciudadanos y para las que ha pedido «grandes acuerdos de Estado». Ninguna de ellas podría salir adelante con los votos de PP y Ciudadanos, aunque fuera investido presidente.

En el último tramo ha hablado del «desafío que, paradójica y abusivamente, se plantea desde las instituciones autonómicas de Cataluña, de ninguna manera se puede atribuir a los catalanes en su conjunto» y «la liquidación de la soberanía nacional y del respeto a la Ley, que es la expresión democrática de esa voluntad soberana». Frente a ello ha prometido «preservar la soberanía nacional y, con ella, la unidad de España, la igualdad de los españoles y sus derechos fundamentales. No le corresponde al Gobierno interpretar la unidad, sino defenderla tal y como la entienden los españoles y la Constitución».

El miércoles por la mañana tomarán la palabra todos los portavoces parlamentarios, de mayor a menor y empezando por Pedro Sánchez. El día terminará con la votación en busca de la mayoría absoluta y como previsiblemente no la tendrá, el viernes se volverá a votar para la mayoría simple. Desde este miércoles el reloj empezará a correr para la convocatoria de elecciones en dos meses si antes no hay una investidura con éxito.