El resultado de las elecciones generales celebradas ha dejado de nuevo un panorama político sin mayorías absolutas y en el que pese a que el candidato del PP a la Presidencia, Mariano Rajoy, ha ganado los comicios, necesita el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PSOE para mantenerse en La Moncloa.

Tal y como se preveía, ninguna fuerza política ha logrado por sí solo la mayoría absoluta necesaria, por lo que el futuro ejecutivo dependerá de la voluntad de los partidos para llegar a acuerdos y, en algunos casos, del voto de las fuerzas independentistas y nacionalistas.

El PP ha ganado las elecciones con 137 escaños, 14 más que el pasado mes de diciembre, si bien se ha quedado lejos de la mayoría absoluta fijada en 176, los que se necesitan en la primera votación en el Congreso para ser investido presidente. Por tanto, todo apunta que debería ir a una segunda votación, en la que se requiere mayoría simple (más votos a favor que en contra).

Desde las elecciones del pasado 20 de diciembre, Rajoy aspiraba a conformar la gran coalición, es decir, una alianza con el PSOE y Ciudadanos, lo que en esta ocasión sumaría 254 escaños. Esta opción, no obstante, es más que improbable porque, tal y como viene repitiendo el líder socialista, Pedro Sánchez, su partido no va a apoyar un ejecutivo liderado por el PP.

No le basta con Ciudadanos.

Así las cosas, para poder continuar en la Moncloa, a Rajoy no le bastaría el apoyo de Ciudadanos, con el que sumaría 169 diputados, ya que se quedaría a siete diputados de la mayoría absoluta y de poder ser elegido presidente en primera vuelta.

Y este bloque de centro derecha tiene complicado el respaldo de  ni en la primera ni en la segunda votación de las fuerzas independentistas –ERC (9 diputados), CDC(8) y EH Bildu (2)–, ni de los nacionalistas –PNV (5) y la diputada de Coalición Canaria (1)–. Con estos datos en la mano, el líder ‘popular’ requeriría de la abstención de los socialistas, en una segunda vuelta, para mantenerse en el poder.

El exministro socialista Jordi Sevilla planteó en plena campaña electoral que tras las elecciones de este 26 de junio se debería dejar gobernar al candidato que lograra reunir más escaños en el Congreso. Un  hipotético acuerdo de centro derecha (169 escaños) sumaría 13 sillones más que el –también hipotético– bloque de izquierdas (156 diputados), formado por PSOE (85), Unidos Podemos y sus coaliciones territoriales (71).

Las posibilidades de la izquierda.

En caso de que el candidato socialista, Pedro Sánchez, intentara ser presidente necesitaría el apoyo Unidos Podemos y Ciudadanos (lo que suma 188 escaños), la fórmula por la que Sánchez ha apostado desde el pasado 20 de diciembre o bien el apoyo del partido que lidera Pablo Iglesias y de ERC, CDC y el PNV (178 diputados).

Sin embargo, la primera de las posibilidades se antoja complicada porque Ciudadanos y Podemos se autodefinen como antagónicos. En la segunda, el PSOE sólo tendría asegurado el voto de los independentistas catalanes en el caso de que accediera a su demanda de celebrar un referéndum en Cataluña, una escenario que no parece probable.

En el hipotético caso de que Sánchez tuviera el encargo del Rey para tratar de conformar gobierno, éste también sería elegido en segunda vuelta. En ese supuesto, el secretario general de los socialistas debería recabar el apoyo de Unidos Podemos y la abstención de Ciudadanos y de los independentistas.

Así las cosas, se prevé que en los próximos días y semanas se inicien los contactos entre los cuatro principales partidos nacionales para tratar de agilizar las conversaciones antes de que el próximo 19 de julio se constituyan las Cortes Generales.

Una vez constituidas, corresponde al Rey, previa consulta de los grupos parlamentarios y a través del presidente del Congreso, proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno. La ley no prevé ningún plazo concreto para que el monarca haga esta propuesta.

En candidato se convertirá en presidente en la primera votación si logra la mayoría absoluta de la Cámara. En caso contrario, se someterá a una segunda votación a las 48 horas, para la cual necesitará solamente más votos a favor que en contra.

Si el aspirante tampoco logra ser investido, la Constitución prevé que el Congreso tramite sucesivas propuestas siguiendo el mismo procedimiento. Si, el cabo de dos meses desde la primera votación de investidura ningún candidato ha logrado el apoyo del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del presidente del Congreso.