Noemí Santana Portavoz de Podemos

¿Seríamos capaces de imaginar un hotel sin limpiadoras? ¿Podríamos visualizar qué sería del turismo en Canarias sin ese ejército invisible de mujeres? Impensable, ¿verdad? Las camareras de piso, las autodenominadas kellys (las que limpian), son un pilar fundamental del sector que, en cambio, trabajan a destajo, subcontratadas, infrapagadas, al margen de convenios y derechos laborales.

Uno de los muchos lados oscuros de los titulares triunfalistas del “motor de la economía canaria”, que mientras alardea cada año de batir récords de visitantes y recaudación, lejos de generar más empleo en las Islas, aprovecha la crisis y sus flexibilidades legislativas para empeorar las condiciones laborales. Todo vale con tal de mantener o aumentar los márgenes de beneficios.

No es nuevo, es la vieja historia de las clases populares canarias, que han sido siempre mano de obra barata en cada uno de los monocultivos de exportación, también después de los años sesenta del siglo pasado, cuando los grandes terratenientes decidieron sembrar sus tierras de hoteles y apartamentos. Terciarizaron la economía, del sector primario al servicios, cambiaron el producto y la actividad, pero el reparto de tareas y de la riqueza quedó intacto. “Dejé el arado y el cuchillo grande / las cuatro fanegadas de la vieja… / La hostelería es buena, me dijeron / y cogí la bandeja”, inmortalizó Pedro Lezcano.

Muchas de estas personas están castigadas a una de las peores condenas que se puede tener en una sociedad libre: no pueden elegir. Muchas de estas camareras de piso nos lo dicen así de claro: estoy obligada a trabajar en estas condiciones, porque tengo tres bocas que alimentar y una hipoteca que pagar. En muchos casos incluso son el único sueldo que entra en su casa. Y a pesar de los dolores, del agotamiento, y de no poder más, no les queda más remedio que seguir adelante en unas condiciones de trabajo que cada vez se acercan más a una explotación excesiva.

El 50% de las mujeres que hoy busca empleo activamente en Canarias lleva más de dos años en paro. Como en tantas cosas cosas, todas negativas, estamos a la cabeza de España en este dato tan terrible. Ante este panorama, no queda otra opción a quien tiene trabajo: aguantar, con dolores, con ansiedad o con cuadros de depresión. Aguantar.

La libertad es poder decir que no. Y estas mujeres no tienen ese derecho. En el año 2016 no es posible que haya mujeres en Canarias obligadas a trabajar en condiciones de explotación. No podemos consentirlo ni un día más. Esta situación no es solo un fracaso de los dirigentes políticos, de los empresarios, es un fracaso de nuestro modelo de sociedad.

Y todo, avalado por la Reforma Laboral del Partido Popular, que abre la puerta trasera a la externalización y subcontrata de servicios, con la que permite el incumplimiento explícito de los convenios colectivos del sector y el Estatuto de los Trabajadores. Es lo que ocurre cuando se gobierna para el empresariado, como también anunció el presidente Clavijo, convencido de que son éstos quienes generan empleo. ¿Qué tipo de empleo? El mismo presidente que quiere seducir al capital extranjero (más dependencia exterior) ofreciéndoles un archipiélago con los salarios más bajos de la Unión Europea.

Que algunas de estas mujeres cobren menos de un euro por habitación, las obliga a limpiar entre 18 y 26 cada jornada. Las repercusiones físicas son evidentes, tanto que ninguna llega a la edad de jubilación y sobran informes médicos que lo corroboran.

Esta semana, Podemos consiguió el acuerdo mayoritario del Parlamento de Canarias para que el Gobierno tome medidas concretas para garantizar condiciones laborales dignas a las mujeres que trabajan en los servicios de limpieza del sector turístico. Desde nuestra obligación de grupo de la oposición, ejerceremos el pertinente control al Ejecutivo para que cumpla el mandato de la Cámara y acompañaremos a las kellys en su lucha por la dignidad.

Lo hacemos por justicia social, histórica y feminista. También porque sabemos que, sin ellas, el turismo en Canarias es impensable. Sin ellas, los hoteles no tienen estrellas.

Quiero acabar este artículo citando a alguien:

La dignidad no es la que da el poder, la que da el dinero, o la que da la cultura. No. La dignidad nos la da el trabajo, y nos la da un trabajo digno. El trabajo es fundamental, y es necesario que el conjunto de la sociedad, con todos sus componentes, colaboren para que haya para todos y sea un trabajo digno para el hombre y la mujer. Esto requiere de un modelo económico que no esté organizado en función del capital y de la producción, sino más bien en función del bien común. Y hablando de las mujeres, sus derechos deben ser protegidos con fuerza, porque las mujeres, quienes también llevan el mayor peso en el cuidado de la casa, los niños y los ancianos, siguen siendo discriminadas, también en el trabajo.”

Estas palabras no son de nadie de Podemos. Son de Jorge Bergoglio, el Papa Francisco. Y espero que al menos a él le hagan un poco más de caso.

Noemí Santana

Portavoz de Podemos en el Parlamento de Canarias