Galdós no fue un cronista más de Madrid sino que,como un eterno paseante,supo plasmar de modo fiel la vida de Madrid. Huroneaba en la vida familiar de la gente de los barrios que conocía muy de cerca. Se hizo amigo del administrador de las “casas de corredor” de estos arrabales con objeto de acompañarle cuando iba a la cobranza de los míseros alquileres. ¡Cuánto dolor silencioso vio!
Galdós fue un admirable mitógrafo de la literatura universal y,por eso,sus personajes tienen vida propia. Al pasear por el Madrid galdosiano se siente la vida de sus personajes novelescos con sus aventuras,amores y patriotismo. Es el Madrid cuya sociedad es la “primera materia del arte novelesco”. Sin ser madrileño enseñó,como dijo Sainz de Robles,»madrileñismo y madrileñería» a los más conspicuos cronistas de la Villa. No obstante,el Madrid oficial no correspondió al cariño que sintió Galdós. También al morir afloró la falta de afecto de muchos escritores de los que Galdós había sido mentor. Nada dijo Azorín en su periódico habitual. Nada escribió Ramiro de Maeztu,el exaltado joven del estreno de Electra. Y en la generación del 98 sólo Unamuno dejó oír su inflexible voz. Aún más sorprendente fue el silencio de la Institución Libre de Enseñanza a quién tanto había servido Galdós. Es decir,la veneración a Galdós se desvaneció al morir,incluso antes,y vino luego un eclipse de su popularidad y un olvido de su gloria. En 1923 en el primer número de la Revista de Occidente,fundada por J. Ortega y Gasset,el escritor Antonio Espina escribió que Galdós estaba “necesitado de revisión” y que se debía rebajar la exageración de su culto y el mito fabricado. Llega después el reconocimiento con la proclamación de la República en 1931 pero,pronto,se inicia un largo silencio en 1936 hasta que en la década de 1940 emerge en España y en América. Esencialmente el olvido fue del llamado “mundo oficial” o político de la época porque el pueblo,la mayoría de sus amigos,conservaban en los estantes las obras de Don Benito. Lo cierto es que,desde 1921,cada 4 de enero se reunían en el Retiro ante la estatua de Galdós los galdosianos fieles,no faltando nunca el doctor Gregorio Marañón,para depositar flores al pie del monumento. Más tarde,a partir de 1953,se sumó siempre a este homenaje el Hogar Canario de Madrid,precedente de la actual Casa de Canarias,y desde 1990 la Asociación de Amigos de Pérez Galdós en Madrid fundada por Pedro Ortiz Armengol. No obstante,tenemos que volver del revés la memoria y sacar unas conclusiones.
En Madrid sólo queda la estatua sedente de Galdós,que se encuentra un poco escondida en el Parque del Retiro,obra de Victorio Macho. Se ha sostenido la opinión que Galdós no merecía estar un poco “a trasmano” sino en un lugar más distinguido del Retiro. Existe en Madrid,asimismo,una pequeña calle,la antigua calle del Colmillo,entre las grandes calles de Fuencarral y Hortaleza,que es la calle Pérez Galdós. También encontramos cuatro placas romboidales metálicas de mal gusto. Una,en la calle Fuentes 3,con la inscripción “En una pensión de esta casa vivió Galdós entre 1862 y 1863 durante sus primeros meses en Madrid”. Otra que,en 1993,el Ayuntamiento colocó en la calle de Hortaleza 104,y que dice: “En este entresuelo estuvo la editorial “Obras de Pérez Galdós” fundada por el escritor en 1897 hasta su cierre en 1904. Ayuntamiento de Madrid”. La tercera está colocada en el número 17 de la calle Serrano. Además en la calle Fomento 15,una placa similar indica que “En este lugar se alzaba hasta 1889 la vieja casa donde Benito Pérez Galdós dirigió el Diario El Debate por los años 1871-1873”. Y,asimismo,hay una placa situada en donde existió el famoso café La Fontana de Oro y debajo una lápida en la que leemos “Este lugar fue recordado por D. Benito Pérez Galdós en su novela La Fontana de Oro,Madrid 1994”. Es conocida la placa colocada en la fachada del restaurante Botin por la Cámara de Comercio madrileña en 1971 que recuerda que tal lugar fue citado en “Fortunata y Jacinta”. Igualmente en el restaurante Lhardy la citada Cámara puso en 1972 una placa en conmemoración de la referencia literaria en “Lo prohibido”. Por último,recordemos que Galdós describe en “Fortunata y Jacinta” la calle Cava de San Miguel número 11. La misma donde encontró Juanito Santa Cruz a la castiza Fortunata que un día bajaba comiéndose un huevo crudo. Sin embargo,no existe una placa que diga “Aquí se inspiró don Benito Pérez Galdós para crear su personaje famoso de Fortunata”,como existe en Yonville,la villa provinciana francesa,que informa: “Aquí vivió Madame Bovary,la célebre protagonista de Flaubert”.
En 1922 en la comisión del Ayuntamiento,que presidía el duque de Alba,y en la que formaban parte dos escritores,Jacinto Octavio Picón y Francisco Rodríguez Marín,por enemistad no se había cumplido el acuerdo de 1920 de colocar una lápida en la casa en que vivió y murió Galdós. En esta casa de la calle Hilarión Eslava 7,en 1922,por fin,apareció una lápida conmemorativa en latín clásico. Victoriano Moreno,secretario de Don Benito,manifestó que el sobrino de este,José Hurtado de Mendoza,cansado de esperar la hizo colocar en la casa. Llegó 1924 y una mañana,en el mes de Junio,un obrero puso en la tapia del jardín de Hilarión Eslava unos azulejos con letra formando un rótulo que decía: “Aquí vivió y murió Benito Pérez Galdós”. Finalmente,en Noviembre de ese año el Ayuntamiento subsanó el olvido y colocó una lápida en donde aparece en bronce el busto del novelista y se lee: “A Galdós,el pueblo de Madrid”. La lápida,al derribarse la casa,se conserva en el edificio moderno que se levantó en aquel lugar.
En la madrugada 4 de enero de 1920 falleció Don Benito. El cadáver fue inhumado en el cementerio de la Almudena. Algunos biógrafos afirman,de modo incierto,que don Benito expresó su deseo de ser enterrado en Madrid. Para muchos grancanarios los restos de Galdós no están en su tierra natal porque no se reclamó resueltamente los mismos en su momento y se incurrió así en una responsabilidad histórica.
(*) MANUEL HERRERA HERNANDEZ
Asociado Fundador de la Asociación Canaria Amigos de Galdós (ACAG)
Académico de Número. Real Academia de Medicina de Santa Cruz de Tenerife-Canarias