Si se complicó,fue porque Novak Djokovic primero aspiró a ello. Si lo hizo,fue porque después el serbio demostró de nuevo ser capaz. Si pasó,pasó tras del US Open,cuando el segundo en la lista se levantó,sobre cemento,así en Asia como en Bercy,y encadenó una racha de 18 victorias que aún dura,de tres títulos sin rémora que podrían llegar a cuatro e incluso a cinco,contando Copa Davis. Pero es incierto,lo exponía los últimos días en sus tranquilas palabras,también en su regular que no brillante juego en las últimas semanas. [Así se lo contamos: 7-6,7-6 (6)]
Rafael Nadal aseguró este miércoles matemáticamente el número uno del ranking ATP a final de año sin la sensación,como mínimo exteriorizada,de que en algún momento viera esa posición amenazada tras el Grand Slam neoyorquino. Lo valía su temporada y,fuera cual fuera el cierre,sólo aguardaban los números.
Lo logró ante el suizo Stanislas Wawrinka en otro encuentro anímico,en dos sets largos,por 7-6(5) y 7-6 (6),asegurándose a la vez el pase a las semifinales de la Copa de Maestros. Lo logró por tercera vez,pues ya lo hizo en 2008 y 2010,lo que le sitúa en ese índice en sexta posición,por detrás de Ivan Lendl y John McEnroe con 4,Jimmy Connors y Roger Federer con 5 y Pete Sampras con 6,que además fueron consecutivos,entre 1993 y 1998. Una conquista más,según él ni mucho menos la más querida,a sumar a un curso que empezó con la fragilidad de unas rodillas lastimadas por siete meses.
Otra conquista gigantesca
Una conquista sin duda gigantesca y eso que de nuevo padeció. Como pasó en los cuartos de final del Masters 1000 de Shanghai,sufrió sobremanera para derrotar al octavo del mundo,requirió esta vez acudir al tie-break hasta en dos ocasiones pero allí… ¡ay!
Arrancó el encuentro Nadal firme,aprovechando los errores del rival tanto en el saque como en el revés pero luego,con la rotura lograda,se bloqueó y diluyó en su propio servicio. Encadenó el español una docena de primeras opciones desaprovechadas para ceder el break mientras Wawrinka crecía en acierto y empezaba a abrir pista con excelencia con su revés cruzado. Se llegó así al primer tie-break y allí… ¡al diablo!
Lo debió pensar el suizo y nadie lo culpa por ello,como nadie lo culpa por romper una raqueta contra el suelo y dejarla hecha añicos. Quién no se desesperaría ante un rival,por número uno del mundo que sea,que te vence todas las veces que te enfrentas a él (12),no te permite ni un solo set (26-0) y,además,con naturalidad,te niega hasta la suerte. Quién no…
Llegó Wawrinka en esa primera muerte súbita a colocarse con 4-5 a favor pero lo perdió todo en tres puntos de absoluto desdichado. En el primero,Nadal clavó en la línea una derecha altísima que parecía que iba a acabar en la grada; en el segundo,el líder de la ATP hizo lo propio devolviendo casi desde el suelo un 'drive' ganador y en el tercero,ya de locos,se tropezó cuando acudía a la red a rematar un punto ya logrado que acabó siendo su sentencia.
Lo fue,de hecho,aunque el segundo set fuera igual de igualado,pues la batalla mental ya se había inclinado. Regresó en ese parcial la genial y arriesgada irregularidad de Wawrinka en el revés,Nadal esta vez yendo de menos a más en el saque,una rotura para cada lado con la del español temprana de nuevo,y otra vez el tie-break y otra vez allí… ¡a tomar vientos!
Definitivamente tuvo que pensarlo el suizo cuando gozó hasta de una bola de set y no pudo ni apreciarla. Rafa Nadal resolvió entonces con solvencia los dos servicios que le correspondían y en el suyo,el octavo de la lista mandó una derecha a la red absolutamente desesperado,derrotado. En frente estaba su rival más temido y con razón,el número uno del mundo pese al esfuerzo final de Djokovic,el líder del ranking ya para todo el año sin matemáticas que lo rebatan.