«El Papa Francisco estará totalmente seguro. Río de Janeiro celebrará la mejor Jornada Mundial de la Juventud de la Historia. No pasará nada malo,porque el pueblo de Río es muy acogedor». Así se pronunciaba recientemente el alcalde de la ciudad brasileña sobre la visita de esta semana del Pontífice argentino. Y,efectivamente,el pueblo brasileño estaba deseando acoger a Jorge Bergoglio calurosamente,ya que el lunes,nada más llegar éste,una avalancha de fieles se lanzó sobre el 'papamóvil' no blindado que le trasladaba,llegando a producirse escenas de caos y descontrol.
«Hubo un 'punto débil' en la seguridad del Papa,lo que tiene que ser evaluado y remediado rápidamente»,precisaba un coronel del ejército brasileño y experto en seguridad al periódico brasileño 'O Globo'. «Si entre la multitud de fieles se hubiera encontrado un violento,podría haber apedreado al Papa o hacerle algo incluso mucho peor»,proseguía Diogenes Dantas.
Milton Corrêa da Costa,teniente coronel de la policía militar,se pronunció en la prensa brasileña de manera similar a Dantas,confirmando que Francisco podría haber sido fácilmente atacado mientras la gente introducía sus manos por la ventanilla abierta del vehículo del Papa,llegando incluso a tocarle.
«Al trasladarse con la ventanilla abierta,Francisco se quedó en una situación vulnerable y podría haber sido víctima de un ataque a muy poca distancia»,detalló Corrêa da Costa.
Otros expertos,citados por medios británicos como 'The Daily Telegraph',destacaron el «insuficiente número de agentes» o el «itinerario tan mal planeado,que le hizo verse atrapado incluso en un atasco».
La 'guinda' de la complicada llegada del Pontífice a Río de Janeiro fue cuando,al final de la jornada,tuvo que trasladarse en helicóptero para las recepciones de bienvenida y cena que le ofreció en el palacio presidencial la presidenta Dilma Rousseff,debido a las protestas en las calles. Pero desde El Vaticano se ha ofrecido una versión de tranquilidad,alegando en todo momento que el Papa Francisco disfruta con el contacto de la gente,por no hablar del guiño que hizo a los 'indignados' brasileños en su primer discurso pronunciado en tierras brasileñas.