A. MARTÍNEZ Leal. Si hay algún rasgo que todos los que conocían a Pilar Navarro Ortega coinciden en destacar es su inquebrantable fidelidad. La tinerfeña fue durante décadas la secretaria del expresidente del Gobierno Felipe González y,según dicen,jamás de los jamases salió de su boca indiscreción alguna.
Y sin alharacas se marchó también Pilar. Una grave y rápida enfermedad acabó con su vida el viernes en Madrid,a los 68 años. Su cuñado,el asesor político y analista electoral Pedro Lasso,destaca de ella «su profesionalidad y lealtad a prueba de bombas». «El bagaje de información trascendente que acumuló se fue con ella»,asegura. «Jamás comentó en el seno familiar ni lo mas mínimo sobre su trabajo»,precisa. «Es más,todos asumimos que en su casa,en mi casa,en una comida familiar en donde fuere,teníamos que disfrutar de nuestras anécdotas,vivencias,alegrías y tristezas»,relata. «De política ni se hablaba ni nos apetecía hablar ,salvo que tuviéramos que asumir el silencio de una incólume Piluca. En definitiva,Piluca era una mujer con principios»,sentencia.
«Era pura franqueza y pura naturalidad». El carácter vital de Piluca,como todos la llamaban,era famoso entre sus amigos y los colaboradores que a lo largo de los años compartieron con ella jornadas de trabajo y charlas en los pasillos del Congreso y el Senado. «Era una escandalosa cuando se reía; todo el mundo tenía que mirar para ella»,recuerda Lasso.
Pese a que pasó cerca de 40 años en la capital del Reino,nunca perdió «su convicción de canaria y especialmente,de su tinerfeñismo»,asegura su cuñado. «Después de tantos años de residencia en Madrid su habla,su acento su modos y maneras de expresarse nunca cambiaron. Ni renunciaba ni alardeaba de ello,como ahora se estila,propagando las señas de identidad»,agrega.
La joven Pilar Navarro llegó en los 70 a un Madrid en el que hervía la rebelión contra el régimen franquista. Al menos,así era en los círculos en los que se movía Pilar. Hija del compositor canario Julio Navarro Grau,la gente con la que ella se relacionaba pertenecía,en gran medida,al mundo del arte y la cultura,una circunstancia que se reforzó tras su matrimonio con el pintor José Luis Fajardo,señala en su edición de hoy el periódico La Opinión de Tenerife.
El diputado José Segura,cuya relación con Pilar y su familia es poco menos que de toda la vida,destaca el compromiso social «de aquella elite intelectual que ya va siendo historia» y que firmaba manifiestos reclamando el retorno del país a la senda de la democracia. Piluca comenzó a trabajar en Cambio 16 y fue allí donde trabó amistad con numerosos socialistas que ejercían clandestinamente su actividad. Fue así cómo conoció a Felipe González y forjó con él una estrechísima relación que habría de durar toda la vida. De hecho,cuando González abandonó la Moncloa,Navarro continuó siendo su mano derecha en la fundación que el PSOE constituyó. Y allí se jubiló. «Tenía una gran personalidad y fue una pieza clave en la acción de trabajo de Felipe González»,afirma.
Tanto Segura como otros políticos canarios de la época,entre ellos Jerónimo Saavedra,sabían que cuando la necesitaban,allí estaba Piluca para allanarles el acceso al jefe del Gobierno. «Siempre nos sirvió de enlace con Felipe González,sin duda alguna,pero no porque ella mantuviera un esquema localista»,matiza Segura,»era una canaria internacionalista».
El diputado tinerfeño resalta la fortaleza de su carácter,de la que sin duda tuvo que echar mano Pilar cuando tuvo que hacer frente a la muerte de su único hijo en un accidente de esquí. Segura no oculta cuánta ha sentido la muerte de Pilar ni su convicción de lo mucho que se la echará de menos.
Como afirma su cuñado,»se fue Piluca,pero siempre estará presente en su familia y en la larga relación de amigos que disfrutaron de su sincera amistad,otro concepto,el de la amistad,que cultivó en su más amplio y hondo sentido».