NATALIA VAQUERO .- El Cabildo de Tenerife ultima los actos con los que celebrará el centenario de las corporaciones insulares en Canarias,un hito que impulsó Alfonso XIII,bisabuelo del Príncipe de Asturias,en 1913,tras visitar siete años antes el Archipiélago. La institución que preside el nacionalista Ricardo Melchior invitó hace casi un año a los Príncipes de Asturias a honrar con su presencia este aniversario,pero no ha obtenido respuesta y,a día de hoy,da por hecho que el bisnieto de Alfonso XIII y su mujer,doña Letizia,no estarán en la conmemoración.
«Se entiende que no vengan a Tenerife si piensan que tendrían que ir a cada una de las Islas»,explicó Melchior,»pero creo que asisten a otros actos que no tienen tanta relevancia como es la de la constitución de los cabildos» de Canarias.
Algo falla en la elaboración de la agenda de los Príncipes de Asturias,según el presidente de la Corporación insular de Tenerife,quien deja claro que,con representación o no de la Casa Real,el acto será un reconocimiento a todas las Islas de un archipiélago que siempre luchará por defender sus peculiaridades.
Los cabildos nacieron el 16 de marzo de 1913,el día fijado para que las distintas corporaciones –con excepción de la del Hierro– quedaran instaladas. Y el día que Tenerife perdió por orden real el estatus de capital de la unidad provincial que coronaba ante el apogeo industrial de Gran Canaria. Fue el conde de Romanones,asesor de Alfonso XIII,el que influyó para aplicar la doble provincialidad y capitalidad. Las consecuencias de tal conclusión provocaron reacciones contradictorias en las dos islas centrales.
El estupor y rechazo de la burguesía de la isla capitalina contrastó con la favorable acogida de la grancanaria,que aspiraba a la división provincial desde 1840. Aunque las salidas no se sustanciarían en esas fechas,la necesidad de adoptarlas se mantuvo viva y a los pocos años traerían un cambio muy importante en la organización político administrativa de Canarias con la Ley de Cabildos de 1912,aprobada en 1913. Se crearon,además ,las demarcaciones electorales isleñas con la garantía para la representación directa en el Senado de cada una de las Islas.
A partir de ahí,cada isla tendría interlocución propia y representación en los ámbitos parlamentarios,en un intento de frenar los problemas suscitados en las islas periféricas ante la pérdida de sus posición económica como graneros de las centrales por la ampliación de la estrategia puerto franquista de las capitalinas.