El desalojo de las cabras del barranco orotavense de Tafuriaste,algunas de ellas afectadas por la fiebre Q,se convirtió el 22 de octubre en una tragedia familiar. El día en el que se cumplía el plazo de 72 horas dado por el Ayuntamiento de La Orotava para trasladar a los animales,Antonio Dóniz Melchor,uno de los tres cabreros afectados por la orden de desalojo,apareció muerto en su casa de Benijos.
Fuentes cercanas al suceso confirmaron al periódico EL DÍA que el cuerpo de Antonio Dóniz Melchor fue encontrado poco antes de las siete de la mañana en su vivienda del camino Las Suertes,junto a una vaso y una botella con restos de un líquido aún por determinar. La principal hipótesis de la causa de la muerte es el envenenamiento,pero a falta de estudios concluyentes,tampoco se descarta la posibilidad de que pudiera fallecer por causas naturales.
El cabrero fallecido en el barrio de medianías de Benijos nació en 1951,estaba casado y era padres de tres hijos,uno de ellos de corta edad.
El edil de Urbanismo del Ayuntamiento de La Orotava,Narciso Pérez (CC),lamentó «profundamente» el fallecimiento del cabrero,»pues una vida humana no tiene precio». Sin embargo,también defendió la actuación del consistorio en este asunto,»ya que el alcalde ha tenido que ordenar la retirada de las cabras debido a una orden de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias».
Pérez subrayó que «estos rebaños de cabras no pueden seguir junto a los vecinos de la Urbanización Tafuriaste»,y recordó que «desde el Ayuntamiento villero se reclama desde hace tiempo al área de Ganadería del Cabildo de Tenerife una solución alternativa para la ubicación de estos animales».
A juicio del edil,»la problemática de las cabras tiene que tratarse de forma insular,y no municipal,para poder encontrar un espacio adecuado para un sector que forma parte de nuestra cultura».
La muerte de este cabrero coincide con la finalización del plazo de 72 horas que el Ayuntamiento villero dio a los tres propietarios de las 300 cabras del barranco de Tafuriaste para «trasladar los animales y desmantelar los corrales».
Fuentes municipales indicaron  a EL DÍA que el Cabildo se ha comprometido a trasladar las cabras,que deben recibir tratamiento para eliminar el riesgo de contagio de fiebre Q,a alguna finca insular «en cuestión de horas». Desde el Cabildo se descartó iniciar el traslado este lunes debido al trágico fallecimiento.
Fuentes del sector ganadero en el Valle de La Orotava también hicieron llegara ese periódico su preocupación por el impacto que este caso tiene ya en la actividad ganadera en la comarca y en la venta de quesos de cabra. Desde el sector se quiere dejar claro a la opinión pública que «la fiebre Q es una enfermedad leve que no se transmite por comer queso».
Artículo de opinión del sociólogo Paco Déniz sobre este tema