Como en alguna ocasión anterior,me gustaría referirme a la actividad turística en La Gomera. Me atrevo a expresar mi opinión a sabiendas de que mi parecer no viene avalado por un título académico o por una carrera profesional en ese ámbito. Tampoco puedo hablar desde la perspectiva de un empresario de éxito en el sector.
Fundamentan mi criterio las ideas y conceptos que haya podido aprender durante más de veinte años de trabajo en este ámbito; sirven de apoyo las abundantes disquisiciones y debates en los que he participado,especialmente en el ámbito asociativo .También creo haber aprendido algo de la experiencia obtenida en la gestión de un alojamiento de turismo rural. Finalmente una aproximación a las experiencias que se realizan en otros lugares,así como el asiduo contacto con visitantes,son otras circunstancias que me ayudan a perfilar una opinión particular que intentaré plasmar en varios artículos.
Es un reto interesante y resulta,a la postre,de utilidad el ejercicio de la prospección,enfrascarse en analizar cómo serán el turismo en el futuro en función del camino y las acciones que realizamos en el presente. Se trata de indagar las razones,los elementos de nuestra oferta que más aceptación tienen,y también aquellos otros sobre los que resulta estratégico incidir para dotarnos de personalidad y diferenciarnos.
Y es que los turistas ni vienen ni vendrán por casualidad.
En principio sabemos de carrerilla que elementos como el clima,la tranquilidad,los espacios naturales protegidos (en especial el Garajonay) o la red de senderos son de las razones que más influyen para que los turistas tomen la decisión de visitarnos.
Pero ir más allá es necesario,con esto no basta,ya que otros territorios,que en algunos casos ejercen de competencia en el mercado,han expresado fortaleza al disponer de recursos similares. El acomodamiento y la pasividad no son buena cosa,es erróneo pensar que por inercia nos van a seguir visitando,que el grifo de clientes lo tenemos permanentemente abierto.
Lo que podemos/debemos hacer para mejorar es discutible,no en vano existen numerosos foros profesionales o académicos dedicados a ello y con conclusiones dispares. No conozco a nadie que tenga claro,blanco sobre negro,la «hoja de ruta de lo que debemos hacer,de la conducta a adoptar. Pero la reflexión de muchos y la puesta en común de esas ideas sirven de ayuda.
Empecemos por lo más fácil,que es analizar lo que no conviene hacer. No se trata de esconder la cabeza en la confiada espera de que el cliente nos seleccione entre muchas ofertas,se nos exige una actitud más activa,más proactiva,de mayor anticipación. No se debería confiar en que la fortuna nos siga sonriendo con respecto al desvío de clientes procedentes de destinos en conflicto. No se debe esperar que más compañías low cost se instalen en aeropuertos canarios o reclamar que las tarifas aéreas sigan descendiendo indefinidamente. Tampoco acertamos al considerar la reducción de precios como única herramienta de competitividad.
Es indudable que hemos avanzado y que acertadamente hemos interiorizado ciertos preceptos estratégicos que nos fortalecen y que aumentan nuestra competitividad. Por ejemplo se conoce lo esencial del perfil del visitante y hemos aprendido de sus gustos y sus rechazos. Nos costó,pero hemos sido capaces de entender que es el territorio y no la planta turística la esencia de la actividad turística. Se sabe que el valor de un hotel no viene dado por su valor inmobiliario sino por su potencialidad para precisamente hacer negocio turístico,esto es traer,atender y fidelizar clientes. Y es que nos estamos convenciendo de que se puede y se debe crear riqueza,empleo y productividad más allá de pelotazos urbanísticos,por otra parte cada vez menos frecuentes y más cantosos. Se sabe también de la importancia de nuestros senderos y espacios naturales protegidos.
Aunque algunos proyectos «faraónicos» no terminan de arrancar,y creo que se me entiende,las comunicaciones,los equipamientos y muchas infraestructuras no han hecho sino mejorar en los últimos 20 años. Y con ello mejoran los servicios que prestamos a los turistas y la percepción que tienen sobre nuestra isla.
Creo que también hemos avanzado bastante en aclarar las competencias y estructurar los esfuerzos y los recursos públicos dedicados al turismo. Se ha coincidido en que La Gomera,como isla y en su conjunto,supone el destino a caracterizar y promocionar. Los atributos de los diferentes municipios añadirían variedad y singularidad a esta oferta insular. Consiguientemente resulta razonable pensar en que el Cabildo gomero es el lugar más adecuado para hacer recaer las competencias y la responsabilidad en este ámbito. Por otro lado Canarias,como paraguas regional,viene a constituir una cobertura de ámbito superior de interés estratégico para la identificación del producto en el exterior,para abaratar costes de promoción y comercialización y para la obtención de ciertos recursos financieros.
Ha sido igualmente crucial el trabajo asociativo que entidades como el CIT Rural de La Gomera,ECOTURAL o AIDER La Gomera han prestado en aras de fomentar y organizar la participación del tejido empresarial y apoyar financieramente proyectos con efecto demostrativo.
En lo del turismo rural estamos también interiorizando que el valor de lo ofertado viene dado no por las excelencias del inmueble (casa u hotel rural) sino por la forma en que propietario/gerente/encargado/recepcionista,o más ampliamente la comunidad rural «manejan» (gestionan) la estancia del turista.
El desarrollo de las acciones de la Carta Europea de Turismo Sostenible constituye hito de importancia y actual referencia del turismo gomero. Un vistazo a las memorias de lo realizado en anualidades anteriores nos inclina a ser optimistas. Una visión positiva derivada de que la gran mayoría de las entidades públicas y privadas han sido capaces de responder adecuadamente al compromiso que contrajeron con la aprobación de la Carta. Se coincide en que con una adecuada ejecución de la CETS se abre una senda para diferenciar nuestro turismo y dotarlo de atributos y fortalezas vinculadas al uso sostenible de nuestros recursos.
Ese parece ser el camino de lo que debe hacerse.
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