En pleno centro de Katmandú,la capital de Nepal,hay una librería muy famosa,punto de encuentro de viajeros y montañeros de todo el mundo. Se llama Pilgrims (Peregrinos).
Allí se pueden encontrar libros de cualquier remoto lugar del mundo,ediciones raras,guías de sitios perdidos y atlas fascinantes.
La primera vez que estuve allí fue hace casi veinte años y recuerdo que busqué entre sus kilométricas estanterías por si había alguna referencia de Canarias. Sólo encontré una y me sorprendió,se trataba de una pequeña guía alemana titulada La Gomera,la isla mágica. No fue casualidad.
La Gomera fue la primera isla,en los tiempos modernos,que se convirtió en una referencia allende de nuestras fronteras para caminar y descubrir sus rincones ocultos.
Su principal atractivo radicaba en ser un espacio ideal para desconectar de la locura de las grandes ciudades y de la Europa industrializada,para sumergirse en un oasis de naturaleza y paz,construido a lo largo de generaciones con el sacrificio y el esfuerzo de un pueblo generoso y peculiar como pocos en Canarias.
Algunos alemanes descubrieron en la década de los setenta este pequeño paraíso atlántico y,a partir de entonces,la isla se promocionó como un destino para otro tipo de turismo,no convencional,no de sol y playa,sino que buscara algo más. Naturaleza,tranquilidad,armonía con la población local son algunos de los factores que aún -y a pesar de los cambios,no siempre para mejor- conserva la isla y continúan hoy en día atrayendo a miles de visitantes.
El Parque Nacional de Garajonay es,sin lugar a dudas,el elemento geográfico más diferenciador de una isla agreste y dura en el relieve. Constituye el autentico corazón verde de una isla surcada por afilados cuchillos,que separan abruptos barrancos que se prolongan desde la cumbre hasta el mar.
Frente a la aridez de buena parte de la isla sorprende el estallido de vida y verdor que florece en sus tierras altas. Y es que Garajonay es un espacio natural no sólo de plantas sino también de nubes,omnipresentes casi todo el año.
Desde los 1.500 metros del alto de Garajonay hasta los 650 metros del caserío del Cedro se dispone un espectacular franja recubierta por un tupido bosque de laurisilva,la vegetación reinante en buena parte de Europa,Asia y Norte de África en el Terciario.
Millones de años después,a causa de las glaciaciones y de las variaciones del clima,estas comunidades vegetales quedaron reducidas a los archipiélagos macaronésicos,como Azores,Madeira o la misma Canarias,en islas de mayor desarrollo vertical,donde la preciada lluvia horizontal de los alisios ha posibilitado que estos inquietantes bosques de niebla pervivan.
En estos días se cumplen las bodas de plata de su declaración como Patrimonio de la Humanidad del Parque Nacional de Garajonay,que debemos valorar como se merece ya que fue el primer espacio natural español en merecer tal galardón.
Veinte años antes que el Teide,nada menos. En esta efemérides hay que agradecer,en primer lugar,la existencia de esta reliquia de la naturaleza a los propios gomeros que mucho tiempo antes de que existieran las leyes de protección de la naturaleza,los parques nacionales y los funcionarios de la administración ambiental,fueron conscientes del valor de este paisaje y del patrimonio que constituía,tanto para ellos como para sus descendientes.
Gracias a esa conciencia y a su esfuerzo en conservar esta verdadera joya de la naturaleza podemos hoy,todos los canarios,celebrar este aniversario,y es de justicia reconocerlo.
Muchas felicidades.