La central ha tenido fugas radiactivas que han llegado a varias localidades japonesas,por lo que el Gobierno nipón ha recomendado a los residentes que se encuentran hasta 30 kilómetros de distancia que se queden en sus casas,apaguen los sistemas de ventilación y cierren las ventanas.
Es por eso por lo que muchos japoneses,incluidos los que viven en la capital,hayan decidido acumular en sus casas botellas de agua,mascarillas y víveres que les permitan permanecer en sus viviendas durante mucho tiempo. «Empieza a haber un gran desabastecimiento,sobre todo en las tiendas pequeñas. La gente recurre a las grandes superficies para encontrar comida,e incluso allí casi no queda nada»,comenta Okumura.
Las recomendaciones hechas por el Gobierno japonés son,sobre todo,para las personas que se encuentren cerca de Fukushima y por eso ha hecho un llamamiento a la calma para el resto del país. Sin embargo,como comenta Yurika Okumura,el miedo ya es latente en Tokio,situada a unos 270 kilómetros de la planta. De hecho,este martes varias personas caminaban por la ciudad con más mascarillas de lo habitual y una gran parte de la población ha decidido alejarse por unos días de Tokio hasta que remita la alarma por la situación en Fukushima.
Sobre todo,los que deciden irse son extranjeros. Muchos de ellos han tomado el ‘Shinkansen’,el tren bala japonés,para desplazarse en menos de tres horas a ciudades como Osaka,a más de 500 kilómetros de Tokio y donde la amenaza de una fuga radiactiva suena más lejana. Y es que no ha ayudado para la tranquilidad de la gente el hecho de que en Tokio se elevaran los niveles de radiación hasta veinte veces más de lo habitual y que se detectaran pequeñas cantidades de sustancias radiactivas como cesio. Con todo,las autoridades de Tokio han insistido en que no implica riesgos inmediatos para la salud.
Dice Okumura que «aunque las autoridades aún no lo han advertido,en los medios de comunicación sí se dice que si llueve,la gente debe evitar mojarse… que ninguna parte del cuerpo entre en contacto con el agua». Por eso hay «mucho nerviosismo». «Las grandes empresas,sobre todo las extranjeras,piden a sus empleados que se queden en sus casas»,relata Okumura.
«Situación imprevisible»
Desde principios de esta semana,varias misiones diplomáticas,como la francesa o la mexicana,habían aconsejado a aquellos que se sintieran intranquilos y no tuvieran asuntos «esenciales» en Tokio,abandonar la ciudad,y este martes la embajada de Austria decidió llevar su misión temporalmente a Osaka. La legación aludió a «lo imprevisible de la evolución en la situación nuclear» para ese traslado.
Entre la comunidad extranjera se suceden rumores y desmentidos sobre evacuaciones mientras que los japoneses las siguen con una mayor tranquilidad,atentos a través de la televisión a las instrucciones de las autoridades locales. Sobre todo hay llamamientos a la calma,al ahorro de energía (el terremoto paralizó once centrales nucleares) y a mantener la prudencia a la hora de abastecerse en los supermercados para evitar la escasez. «También hay caos en el transporte y se tarda más de lo habitual en ir y volver a casa. Por eso la gente va sobre todo en bicicleta»,dice Okumura.
En un radio de 20 kilómetros en torno a la fatídica planta nuclear de Fukushima han sido evacuadas cerca de 200.000 personas. Otras 5.000 se encuentran repartidas en una decena de refugios en la localidad de Kawamata,a menos de 30 kilómetros de la central,donde han recibido instrucciones de quedarse dentro de las instalaciones por si se produce «el peor escenario posible».