PATRICIA CAMPELO .- El rastro de las balas en la bóveda del hemiciclo y en las paredes de la tribuna de medios se mantiene intacto,inamovible,como prueba fehaciente de lo ocurrido en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981. La intentona golpista del grupo de militares encabezados por el teniente coronel de la Guardia Civil,Antonio Tejero,dejó otras huellas que sí han sido permeables con el paso del tiempo. Se han construido multitud de relatos que han tratado de aportar luz sobre unos hechos para los que ni siquiera hoy,30 años después,parece que vaya a perfilarse una sola verdad que ponga fin a tres décadas de teorías hechas de luces y sombras.
Un hilo conductor hilvana los supuestos que defienden algunos politólogos,críticos con la idea de que instituciones como la monarquía o los partidos políticos vieran reforzada su legitimidad de cara a la opinión pública tras la asonada militar. «Que el rey se presente como el defensor de la democracia parte más de la narrativa que de los hechos,dando lugar a interpretaciones sesgadas»,sostiene el profesor de Ciencia Política de la UCM,Pablo Iglesias Turrión.
La lectura que se ha hecho sobre el fortalecimiento de la democracia gracias al efecto del 23-F también es puesta en entredicho por algunos analistas,como el catedrático de Políticas Públicas de la Pompeu Fabra,Vicenç Navarro. «El intento de golpe militar no reforzó la democracia española,al contrario. El gesto de desacuerdo del monarca hacia el presidente elegido —Suárez— era una expresión antidemocrática»,indica.
«En una democracia el rey no puede ni expresar su desacuerdo ni admitir comportamientos antidemocráticos entre sus asesores»,sostiene Navarro para recordar que el rey había expresado abiertamente sus críticas al presidente Suárez y era también consciente de las visitas y encuentros de sus colaboradores, con lo cual «dio pie a toda una serie de conspiraciones que concluyeron con el intento de golpe militar».
El politólogo Ariel Jerez Novara también adopta la tesis de que el 23-F no fortaleció el actual sistema político y añade otro elemento que incide en la existencia de un contexto anterior que vigorizó las dinámicas democráticas: las grandes manifestaciones populares de finales de la década de los 70. «La agitación que generaron las fuerzas de la izquierda,como el movimiento vecinal,el estudiantil,etc,está en la base de todo y fue lo que propició que la élite franquista se desarrollara hacia la democracia sin el uso de la fuerza»,explica.
La emblemática foto
La historia de la icónica foto de Tejero arranca en 1961,cuando un joven de 14 años comienza su trabajo como aprendiz de laboratorio en la agencia Efe. Es Manuel Pérez Barriopedro,autor de esta imagen que recibiría en 1981 el máximo galardón de los World Press Photo.
Ese 23-F,Manuel se encuentra en el Congreso mientras se vota la investidura de Calvo-Sotelo. Escucha ruidos en el pasillo y apunta con su Nikon F2 mientras un guardia civil asoma por la puerta que da acceso al hemiciclo. Es la primera de las 11 fotos que haría del golpe. “Fue un poco imprudente no cubrirme”,comenta Manuel al verse en el vídeo haciendo fotos mientras disparan al aire. “Cuando cesan los tiros,empiezo a pensar que tenía algo y que debía salvarlo”,añade. Rebobina el carrete y lo guarda en su mano más de una hora hasta que lo oculta en su mocasín. “El guardia civil que estaba detrás tocaba nervioso el gatillo y sentía el clac,clac a mi espalda”,relata.
Tras ser liberado,a las 10 y media,conduce hasta Efe en su Seat 600 para revelar el rollo. “Llevaba muchas horas con la incertidumbre,no es como ahora con el digital”,cuenta Manuel. Había muchos fotógrafos esa tarde en el Congreso pero sólo él consigue hacer y salvar una foto buena. “En un momento de estos no puedes acusar a nadie de cobarde”,alega.
Su cámara está expuesta en una vitrina y los negativos descansan en una caja fuerte en Efe. “Si algo me molesta es que estas fotos no sean de libre acceso aún”,lamenta Manuel. Él es el único ganador español de la imagen del año de los World Press Photo.