Hasta treinta mil canarios han sido pillados «in fraganti» por la filtración del listado de usuarios de esa web de contactos entre casados,con sede en Toronto,a la que -parece- los hackers lograron robar un lista de casi cuarenta millones de adúlteros potenciales (o reales). Es lo que tiene la globalización,que luego llega un tipo desocupado desde su casa en Cincinnati,por ejemplo,y consigue que el mundo sepa que un paisano de Adeje se lo monta con su vecina,algo que en Adeje sabía ya todo el mundo menos su parienta Y no es baladí que haya citado al vecino de Adeje,sino estadística,porque resulta que Adeje y San Bartolomé de Tirajana son los dos municipios canarios con más adúlteros cibernéticos por metro cuadrado. Algo tienen los municipios de playa que alientan la insatisfacción matrimonial. No se yo qué será,pero a lo mejor tiene que ver con el clima y el paisaje.
La cosa es que la revelación del famoso listado ha provocado ya hasta un par de suicidios,y -en España- siete iniciativas de divorcio,según las crónicas de los periódicos y el informe de una empresa que se dedica a eliminar tu rastro en la red. Hay que ver qué eficiente es el capitalismo,que a cada problema nuevo inventa una forma de que pagues por resolverlo… Y es que la gente se toma muy en serio el sexo,más que nada cuando es la pareja propia quien lo práctica con otro. Pero digo yo que con esto de que todo al final es más virtual que otra cosa habrá que empezar a tomarse las cosas más a coña. No es lo mismo que tu «propi@» se revuelque de verdad con alguien de mucho mejor ver que tú,a que piense en ello. A mí,los pecados del pensamiento -propios o ajenos- hace mucho que me resbalan. Son más lógicos en un mundo como el de «1984» de Orwell que en este mundo nuestro de virtualidades y realidades aumentadas.
Yo creo que la culpa de que haya tanto sexo cibernético es de la tableta,un dispositivo perverso que se ha convertido en responsable principal de que la tradicional holganza matrimonial se nos esté yendo al garete y la curva demográfica en occidente se parezca cada vez más a una cuesta abajo. Desde que se inventó el «Candy crush»,no hay manera de tener éxito en la cama: las partidas son tan adictivas que uno acaba dormido mientras desespera por el fornicio. Por eso,yo creo que hay mucha gente que contraataca con la página de contactos adulterinos de la Ashley Madison,aunque sólo sea por hacer más llevadera la espera. A saber: tú estás tan ricamente en tu lado de la cama,mientras al otro tienes un bulto que mata caramelos o pececitos o abejorros como si en ello fuera la supervivencia de la especie. Y claro,cuando te hartas de que tus arrumacos requisitorios se agoten en codazos,al quinto «espera,que estoy acabando»,te das la vuelta,dejas de insistir y buscas en tu propio dispositivo algún remedio no necesariamente onanista a tus afanes. Los primeros días puedes hacer como que lees el «Marca»,a Kierkegaard o a Pérez Reverte,según gustos o aficiones,pero al final el dedo se te va a inevitablemente a la zona colorada de internet y mientras el bulto mata marcianos,tú coleccionas polvos virtuales con estrellas de Holywood. De ahí viene la tentación. Y del pecado la penitencia. Y pagar para que una empresa TIC limpie tu rastro de húmedos bits.