Decimos El País sin necesidad de aclarar que hablamos de un periódico. Cumple 35 años,ese enorme lapso entre la dictadura postrera y esta crisis: era el mascarón de proa (en el tajamar de una democracia imponderable). Si a la generación indignada mueve un desencanto en son de paz,la nuestra combatía con girasoles la censura para que la luz nos diera en la cara. Dos tiempos opuestos,aquél con sus diarios y revistas haciendo un periodismo contracorriente por la trasera del régimen. Martín y yo veníamos de hacer la primera trilla como corresponsales en la revista Triunfo,a las órdenes de Ezcurra,como dos fisgones entre Haro Tecglen,Carandell o Vázquez Montalbán (Sixto Cámara). Éramos osados y adolescentes. Con A. García Ramos,en La Tarde -en comandita con Zenaido-,habíamos telefoneado al exilio. Alberti estaba en Roma. Y en el Diario de Barcelona -el decano de Europa- dejamos una impronta compulsiva de las islas. Vilanova y Lluís Bassets nos daban cuerda y no parábamos. Desde los 70 pisábamos fuerte en la prensa nacional haciendo la guerra por nuestra cuenta. A la caída del Boeing 727,en Los Rodeos,en abril de 1980 -146 muertos-,llamamos a El País.
El redactor jefe,Daniel Gavela,nos publicó la crónica en primera,luego vino,nos sondeó y nos dio la bienvenida formal. Hicimos una larga corresponsalía estajanovista,tras los pasos de Diego Talavera y E. Rey Pitti. Al principio,costaba vender los temas,pero pronto sucedió algo curioso: cuando había que rellenar,nos pedían “algo de Canarias” (por teléfono -las famosas chicas de cabina- o por el Télex de Correos,pues no había ordenador). Usábamos métodos rudimentarios. Nuestro padre fue a Miguel Yuste,en Madrid (sede de El País),con un carrete de fotos. Juan Cruz bromea con eso: dice que inventamos la mensajería. Ha sido una escuela (a Juan Manuel Pardellas le picó el mismo mosquito,y ahora a Pedro Murillo). Se nos conoce el cloquío a los de El País,por la rima,que diría Manuel Vicent,y por el Libro de Estilo,de Álex Grijelmo. Cebrián nos avisó: algunos políticos locales (los nombres me los reservo) lo presionaban para que nos dejara en la estacada. Hizo caso omiso. Ceberio nos dio portadas del EPS sobre los guanches y las Galápagos de Bacallado (las fotos de Roberto de Armas causaron sensación). Y Estefanía nos había tentado con una corresponsalía volante,que años más tarde ejercí en Perú (ya Javier Moreno de director),cuando me desdoblé entre El País y la SER (mi casa estos 32 años en Radio Club) para contar cómo tiembla la tierra.