Las facturas de electricidad y lo que supone en la economía familiar dicho gasto son uno de los primeros motivos para querer cambiar o dejar de usar equipos como el aire acondicionado. A pesar de ello, hay maneras muy sencillas y prácticas de seguir utilizando este equipo sin necesidad de que la factura de luz se vaya por las nubes. Si este es el caso, conviene seguir leyendo y apuntar alguno de estos consejos

A diferencia de los aires acondicionados más conocidos, los de sistema multisplit utilizan mucho mejor la energía y el trabajo del compresor central. De esta forma, con un único equipo que funcione mediante este sistema, es posible mantener los niveles de temperatura ideales en todo el lugar, sea una casa o un apartamento.

Lo que hace tan eficientes a los sistemas multisplit es que necesitan un único compresor para alimentar varias bandejas o splits, que pueden distribuirse de forma estratégica por todo el hogar para lograr alcanzar las temperaturas deseadas en el menor tiempo posible. Sin embargo, existen otras alternativas.

Usar aires acondicionados con tecnología inverter

La tecnología inverter se ha convertido en la moda en el sector para los que compran aires acondicionados. Tras la regulación en el año 2012 donde se prohibió en el país la importación y fabricación de equipos que utilizaran el sistema convencional de encendido y apagado (llamado on/off), la utilización de las tecnologías inverter pasó a ser la predilección en una gran gama de artefactos, incluidos los sistemas de aire acondicionado.

Mientras los aires acondicionados convencionales necesitaban apagarse y encenderse para mantener las temperaturas, lo que esforzaba mucho al motor y por ende elevaba los consumos de energía eléctrica, los aires acondicionados inverter no necesitan apagarse, sino que trabajan con un 15% y hasta 30% menos esfuerzo del motor, con lo que el mantenimiento de la temperatura ideal se reflejará en un ahorro de entre el 30% y el 50% en la factura de luz, según el uso de este equipo de refrigeración doméstico.

Utilizar modelos que funcionen mediante bombas de calor

La principal ventaja de los modelos que utilizan bombas de calor es que pueden funcionar tanto en invierno como en verano. A pesar de que en los lugares amplios la calefacción a gas siga siendo la que marque la pauta, para el uso doméstico cada vez es mejor utilizar bombas de calor.

Principalmente, resultan más seguras ya que todo se realiza mediante control remoto e incluso aplicaciones móviles. En segundo lugar, su mantenimiento es mucho más económico. Y, en tercer lugar, no se pierde combustible durante la transferencia de calor, situación muy común en los sistemas de calefacción a gas.

Reemplazar las cargas de gas por el nuevo gas R32

Tras el protocolo de Kyoto sobre el calentamiento global, la responsabilidad de las empresas por innovar en los gases refrigerantes no ha tenido precedentes. En este sentido, una de las últimas innovaciones ha sido la del gas R32, que emite a la atmósfera un 66% menos gases contaminantes gracias a la eficiencia con la que puede ser utilizado por los compresores de aires acondicionados.

Una eficiencia que también se refleja en los niveles de carga que son necesarios, ya que el gas R32 trabaja con un 43% más de aprovechamiento, ahorrando 30% de combustible en cada carga. Así, el ahorro no sólo es a nivel de energía, sino también a nivel de mantenimiento y carga de los equipos.

Mantenerse al tanto de las novedades y reemplazar el viejo aire acondicionado

Uno de los pecados más comunes en torno a los aires acondicionados es el de no querer reemplazar los viejos modelos. Sin embargo, comprar un aire acondicionado totalmente nuevo y con tecnologías eficientes representa al largo plazo un ahorro abismal, teniendo en cuenta que su vida útil es superior a los 7 años.

7 años de ahorro en las facturas de luz cada mes se traduce en una razón de peso para aprovechar el accesible costo de algunos modelos Split y Multisplit.

Ahorro a largo plazo y responsabilidad medioambiental

Modernizar el sistema de enfriamiento en casa no es un gasto, sino más bien una inversión. Tras un año, o incluso en menos tiempo, el ahorro se comenzará a ver y las cifras sumadas darán la razón.

Además, la emisión mínima de CO2 a la atmósfera fomenta la responsabilidad medioambiental.