Atardecer en las Tablas de Daimiel. EFE/Beldad

Los parques nacionales cumplen cien años y lo hacen como abanderados de la biodiversidad española, la más rica y variada de Europa, y como ejemplo de cómo los espacios protegidos pueden ser el motor del desarrollo socioeconómico de una zona.

El 8 de diciembre de 1916 el rey Alfonso XIII sancionó la primera Ley de Parques Nacionales del mundo, un armazón legal que permitió dos años después amparar la protección de la Montaña de Covadonga (hoy Parque Nacional de los Picos de Europa) y el Valle de Ordesa (en la actualidad Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido).

El director del Organismo Autónomo Parques Nacionales, Basilio Rada, ha destacado el “importantísimo” papel que desempeñan estos espacios como insignia de la naturaleza española y de la conservación de sus mejores recursos naturales, pero también en la importancia social de los mismos.

A su juicio, los parques son también ejemplo de las potencialidades que los valiosos recursos naturales españoles pueden desempeñar en sectores como el turístico, y ha recordado en ese sentido que los quince parques nacionales reciben a unos catorce millones de personas cada año.

Y aunque los parques se han consolidado como enseña de esa biodiversidad, el currículum de España ha crecido durante el último siglo y ha pasado a ser, además del primer país que aprobó una Ley de Parques Nacionales, el que más lugares (48) tiene -junto con Estados Unidos- declarados como Reserva de la Biosfera por la Unesco y el país europeo con más superficie incluida en la red Natura 2000.

España aporta a Natura 2000, considerada como el principal instrumento para la conservación de Europa, un total de 222.142 kilómetros cuadrados, una superficie que duplica la del segundo país con más extensión en la red, Francia, que suma 111.677 kilómetros.

Basilio Rada ha recordado que la red Natura representa el 27 por ciento de la superficie española y que la totalidad de los parques nacionales pertenecen a esa red, el principal instrumento para la conservación de la biodiversidad de Europa y que pretende hacer compatible esa conservación de los valores naturales con el desarrollo económico.

Las áreas protegidas propician un desarrollo “más lento, pero mucho más estable y sobre todo mucho más sostenible”, según Basilio Rada, convencido de que los parques nacionales españoles son “un ejemplo para Europa y para el mundo”.

Una red que evoluciona

Durante las últimas décadas el número de parques nacionales ha crecido hasta configurar la red actual, integrada por quince espacios: Islas Atlánticas, Picos de Europa, Sierra de Guadarrama, Ordesa y Monte Perdido, Aigüestortes i Stany de Sant Maurici, Monfragüe, Cabañeros, Tablas de Daimiel, Archipiélago de Cabrera, Doñana, Sierra Nevada, Caldera de Taburiente, Timanfaya, Teide y Garajonay.

Atardecer en las Tablas de Daimiel. EFE/Beldad

 

En 1916, la ley sancionada por Alfonso XIII estableció en sólo tres apartados la necesidad de articular un sistema de conservación “como una garantía para su disfrute por las generaciones venideras, de manera compatible con su disfrute por las actuales”.

Parque Nacional de Doñana. Foto: EFE/Eduardo Abad
Parque Nacional de Doñana. Foto: EFE/Eduardo Abad

Hoy, los parques nacionales siguen constituyendo el máximo exponente de la riqueza de la biodiversidad española y son espacios abiertos al conocimiento, pero según el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, lo más importante es que durante los últimos cien años han impulsado el desarrollo del territorio en el que se asientan y han mejorado las condiciones de vida de la población que los habita.

La centenaria ley ha sido sucesivamente ampliada, actualizada y modificada y sin duda en el futuro la red evolucionará y crecerá, y entre los aspirantes mejor posicionados para engrosar la red ya figuran la Sierra de Las Nieves, en Málaga, y el Mar de Las Calmas, en la isla de El Hierro. Efeverde