Jean-Claude Juncker habla este miércoles sobre el Brexit en Bruselas. OLIVIER HOSLET EFE

Bruselas mira de reojo la letra pequeña de un supuesto nunca explorado en la Unión Europea: la retirada de un Estado miembro. Las instituciones europeas escrutan los escasos seis párrafos que contiene ese artículo 50 del tratado de la UE. El texto da dos años prorrogables para pactar la separación, que no requiere unanimidad de los socios. En caso de conflicto, todo puede descarrilar

La UE no es un proyecto irreversible; los tratados consagran, en su artículo 50, el derecho a abandonarla. Al tratarse de una potestad nunca ejercida, tanto Londres como las instituciones europeas tendrán que emplear altas dosis de creatividad para diseñar un proceso inverso al que hasta ahora ha acometido el club comunitario: la ampliación. Estos son los principales pasos para implementar el Brexit:

Notificación. Aunque parezca una evidencia, la comunicación formal de que Reino Unido se retira constituye una de las grandes incógnitas del proceso. Los tratados establecen que Londres debe notificarlo al Consejo Europeo —el órgano que representa a los Veintiocho— y eso desencadena los trámites. Pero algunos ardientes defensores del Brexit amagan estos días con no invocar el artículo 50 inmediatamente para ir retirando y manteniendo competencias europeas a su antojo. El primer ministro británico, David Cameron, prometió al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que aplicaría la decisión inmediatamente, según explican fuentes comunitarias. Lo contrario abocaría a un escenario de caos, con un país que se va pero que no acaba de iniciar los trámites.

Negociación. La UE deberá alcanzar un acuerdo sobre cómo se programa esa salida, “teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión”. El texto sugiere que la responsabilidad negociadora recaerá en la Comisión Europea o en la alta representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, pero dependerá de la voluntad de las partes. Habrá dos años para negociar porque, transcurrido ese plazo, los tratados dejan de aplicarse a Reino Unido. Cabe, eso sí, la posibilidad de prorrogarlo por unanimidad (descontado Reino Unido).

Qué se discute. Aunque en el horizonte planee esa futura relación que los Veintisiete quisieran pactar con su exsocio británico, los dos años regirían solo para concretar el divorcio, no para construir el nuevo marco de entendimiento, como pretende Londres. Una vez aquilatado el Brexit, se tendrá que negociar un nuevo marco de relación con el club comunitario (con la posibilidad de que los miembros más hostiles puedan bloquear). Y también con el resto del mundo. Porque a no ser que se habilitara un mecanismo extraordinario, los más de 50 acuerdos comerciales que la UE mantiene con terceros países dejarían de aplicarse automáticamente a Reino Unido. En conjunto, los dos procesos pueden demorarse durante años.

Quién lo aprueba. Los 27 Estados miembros restantes deberán acordar los detalles de esa desconexión de la UE sin Reino Unido, que “no participará ni en las deliberaciones ni en las decisiones”. La decisión se adoptará por mayoría cualificada, previa aprobación del Parlamento Europeo, aunque obviamente requerirá el visto bueno de Reino Unido, que tendrá que rubricarla.

‘Guerrilla institucional’. Fuentes europeas aluden a este término para describir un supuesto en el que Londres trate de adaptar el proceso a sus intereses (por ejemplo, desvinculándose desde primera hora de la libre circulación de personas pero manteniendo el mercado único de productos y servicios). En ese caso, “lo más probable es que los Veintisiete eligieran una fecha para la expulsión inmediata de Reino Unido”, abundan esas fuentes.